CCOO y UGT llaman a una jornada de manifestaciones para el 15D. Iglesias sigue en un giro discursivo de “lucha” y Garzón retoma el debate sobre el proceso constituyente. ¿Cambio de discurso o de praxis?

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El nuevo escenario político abierto tras la investidura de Rajoy está provocando los primeros reposicionamientos de parte de quienes, hasta el pasado 29 de octubre, se esforzaron por lograr abrir paso a un gobierno del PSOE sobre un lecho de desmovilización social y encuadrado en los límites de la Constitución y los compromisos internacionales en materia de deuda.

Que la crisis del Régimen del 78, abierta tras el 15M, se cerrara “por arriba”, con alguna salida que cambiase algo aunque dejara lo fundamental en pie. Para ello, qué mejor manera que lograr un nuevo gobierno del partido del flanco izquierdo de la alternancia, eso sí aggiornado por el acompañamiento de lo “nuevo”. Esta fue la hoja de ruta, aunque transitada por distintas vías, que tres actores diferentes, pero con importantes puntos de contacto, se habían marcado desde 2014.

Por un lado la burocracia sindical de CCOO y UGT, que tras la huelga general de noviembre de 2012 desaparecieron de escena. Abandonaron toda lucha, hasta la simbólica, contra la reforma laboral y las políticas del gobierno del PP. Y, discretamente, siguieron firmando acuerdos con la patronal y el ejecutivo que restaban desgaste a Rajoy y su ministra de empleo, Fátima Báñez. Toxo y Méndez, y después Álvarez, fueron los mejores bomberos sociales del Régimen del 78, que abortaron toda posible salida “por abajo”.

Por el otro, sobre esta desmovilización, se asentaron los otros dos actores: el nuevo reformismo y el viejo “renovado” (la IU de Alberto Garzón). Ambos generaron la ilusión en un cambio electoral y gradual “por arriba”. Podemos habló de “asaltar los cielos” sin lucha social ni política, solo ganando elecciones, conquistando el centro del tablero, la confianza del establisment, la Corona… Para ello se moderó el programa, se abandonó toda consigna que pudiera alimentar aspiraciones demasiado “rupturistas”, como la del proceso constituyente, se “blanqueó” al PSOE como socio necesario y deseable y sobre todo se desalentó y hasta ridiculizó la vía de la “lucha” como si fuera un pecado de juventud.

IU, con miles de lazos orgánicos con la burocracia sindical, se mantuvo con un discurso más a la izquierda en lo identitario y algunos elementos de programa -como el rechazo a la OTAN o a la Corona- sobre el papel. Eso sí, a la hora de acordar las listas de Unidos Podemos, estas diferencias quedaron aparcadas y se sumaron entusiastas a la línea del gobierno de coalición con Pedro Sánchez.

El fracaso de esta hoja de ruta, la hipótesis Podemos, ha reabierto el debate dentro del nuevo reformismo y gran parte de la izquierda política y social. ¿Qué peso debe tener la movilización social? ¿Cómo se debe combinar con la labor institucional? ¿Qué programa debe nuclear la oposición al nuevo gobierno del PP y su sostén en la “gran coalición” con el PSOE y Cs?

Tres son los principales corrimientos a izquierda que se han comenzado a dar, fundamentalmente en el discurso, que conviene que analicemos para ver hasta donde hay giro a la izquierda en las direcciones de CCOO y UGT, Podemos e IU, y cuales son hoy los proyectos de “cambio” de quienes hasta hace unos meses trabajaron para evitar la restauración conservadora que representa el nuevo gobierno Rajoy proponiendo simplemente una restauración de signo progresista, pero restauración del régimen político y sus candados al fin y al cabo.

El movimiento más destacado por los grandes medios es el que se ha producido en el discurso de Pablo Iglesias que, ahora sí, habla de formar un partido más militante, retomar la movilización social y hasta crear “poder popular”. Es imposible separar este “donde dije digo, digo Diego” de Iglesias de la disputa interna por el control del partido con el sector de Iñigo Errejón, sobre todo a meses del segundo congreso de la formación. El secretario político y número dos de Podemos se mantiene en la misma posición que el Podemos pre-29O, seguir moderando el programa, atraer a sectores de centro y limitarse casi en exclusiva a la labor institucional. Su consigna es “ocupar el espacio del PSOE convirtiéndose en un nuevo PSOE”.

Iglesias, para enfrentar al importante aparato influenciado por los errejonistas, se ha tenido que apoyar en Anticapitalistas -prestos a servir de muleta sin hacer el más mínimo balance del “giro al centro” o la apuesta por el gobierno de coalición con Pedro Sánchez- y formular un discurso delimitado del ala Errejón. Algo además acompañado de gestos como participar en algunas movilizaciones, como la del CIE de Aluche o la reciente jornada de huelga de Telemarketing.

Tampoco es separable este giro a la izquierda con la recuperación que está teniendo IU y su líder Alberto Garzón. IU ha mantenido siempre un perfil a la izquierda de Podemos, tanto en algunas cuestiones de programa como en su apelación discursiva a la movilización social o la defensa de la clase trabajadora. Un Iglesias más “rojo” es el mejor bloqueo a una recuperación electoral o demoscópica de IU que Garzón quiera hacer valer en futuras negociaciones.

Así que, con un Iglesias incursionando el espacio IU, a Garzón sólo le queda marcar más diferencias en algunos terrenos que de momento Iglesias no pretende entrar. IU, además de proponerse impulsar algunas campañas propias -como una contra la precariedad laboral en la que paradójicamente no dice una palabra de la burocracia sindical, la principal “avalista” de esta lacra en las últimas décadas-, se ha propuesto hacer bandera de la consigna del “proceso constituyente”. Eso sí, planteada de la manera más rebajada posible, como una reforma constitucional en profundidad.

Ayer mismo IU organizó un acto en Círculo de Bellas Artes de Madrid en demanda de una nueva constitución que supere la aprobada en 1978, y frente al anuncio de que Podemos mantendrá una delegación de segunda línea en los actos de conmemoración de su aprobación del próximo día 6, IU se mantiene en no asistir a los mismos.

Por último, el tercer corrimiento a izquierda lo han protagonizado las direcciones burocráticas de CCOO y UGT. Después de la reunión en Moncloa la semana pasada, en la que Rajoy confirmo que no pensaba tocar un pelo de su reforma laboral, Toxo y Álvarez se han decidido a llamar a una jornada de manifestaciones el próximo 15 de diciembre.

¿Estamos entonces ante el inicio de un giro a la izquierda de parte de estos tres actores? O mejor dicho ¿Hasta dónde llegan estos nuevos posicionamientos? Seguramente lo más sencillo de responder lo tengamos en el último del que hemos hablado. La jornada del 15D sólo se puede calificar de insuficiente, y siendo más que benévolos con las direcciones de los sindicatos. Llamar a manifestaciones un jueves por la tarde después de dos largos años de inacción total, de que se hayan acumulado pérdidas salariales de cerca del 30% en los sectores que menos cobran, de decenas de convenios desaparecidos… es una muestra de que las “advertencias” al nuevo gobierno más bien son una “pataleta” para que les tenga más en cuenta a la hora de lograr acordar las siguientes reformas -laboral y de pensiones-, que un verdadero plan serio para lograr revertir todo lo perdido en la última legislatura.

Y es esta actitud de “opereta” de las direcciones sindicales la que como una fila de dominó también marca los límites de los corrimientos a izquierda, aún con distinto grado, de Podemos e IU. Hablar de crear “poder popular”, luchas contra la precariedad laboral o hasta pelear por una “nueva constitución”, sin decir ni una palabra de quienes vienen jugando un papel clave como bloqueo para que se pueda desplegar una fuerte contestación social es cuanto menos un brindis al sol.

Si Garzón o Iglesias quieren que su discurso de encabezar la oposición al PP en el parlamento y sobre todo en la calle sea mínimamente creíble, éste debería partir de denunciar el rol que han jugado y siguen jugando las direcciones burocráticas de los grandes sindicatos, y exigirles que rompan con su política de concertación con el PP y la patronal y llamen a un plan de lucha serio que arranque con una nueva huelga general contra las contrarreformas impuestas por Rajoy y Zapatero desde que se inició la crisis.

Sin poner en pie una gran movilización social -con los trabajadores al frente, especialmente sus sectores más precarizados- no es posible proponerse acabar con la precariedad, los ajustes que quiere imponer el PP, tirar abajo todos los recortes de derechos y libertades o poder abrir un verdadero proceso constituyente donde poder resolver las grandes demandas democráticas pendientes y un programa para que la crisis la paguen los grandes capitalistas. Hasta el momento los nuevos discursos suenan mejor que los previos al 29O, pero están todavía lejos de transformarse en la praxis radicalmente diferente que necesitamos los trabajadores, la juventud y los sectores populares.

Publicado por Santiago Lupe

Santiago Lupe | @SantiagoLupeBCN :: Barcelona

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