Las encuestas le dan una intención de voto por sobre el 50%, algunas un 54%; a gran distancia de los candidatos de la oposición. Su triunfo en la primera vuelta parece asegurado y en una demostración de fuerza, prepara el cierre de campaña para el 7 de octubre en la propia Santa Cruz, antigua fortaleza de la hoy debilitada oposición autonomista y derechista.
En notas anteriores hicimos una crítica de la candidatura oficialista y de su contenido político. Lejos de sumarnos al carro de los que alaban al previsto triunfo de Evo como un reaseguro para la continuidad de la era progresista en el Cono Sur, observamos que Evo se prepara no para profundizar del “proceso de cambio” en Bolivia. Por el contrario, plebiscitándose en las urnas va a reforzar su rol de árbitro nacional, endureciéndose ante las demandas populares y reforzando los acuerdos con los empresarios y las transnacionales. Como gusta decir su vicepresidente, García Linera, la “etapa heroica” -suponiendo que pueda calificarse así su gestión anterior desde el Palacio Quemado-, ya ha quedado atrás, ahora se trata de administrar el Estado, lo que podría entenderse como un equivalente del “nunca menos” con que no hace tanto, Cristina supo anunciar que llegaba el tiempo de los ajustes.
El gobierno del MAS cuenta con una buena coyuntura económica que ayudó a remontar los niveles de popularidad de Evo al tiempo que contener las demandas obreras y campesinas, junto a la cooptación de los sindicatos y movimientos sociales. Tras 9 años en el gobierno sin afectar los intereses fundamentales de la burguesía y los terratenientes, y tejiendo acuerdos que favorecen a distintos sectores empresariales, como en Santa Cruz, el oficialismo se ha ido haciendo más “aceptable” para la clase dominante. En este marco la oposición burguesa ha fracasado en montar alternativas capaces de desafiar electoralmente a Evo.
Quienes son y qué representan las candidaturas de oposición
En primer lugar, salta a la vista que sus principales figuras pertenecen a la “vieja política”, son connotados burgueses o participaron de los gobiernos neoliberales. Presentan programas abiertamente proempresariales y de alineamiento con el imperialismo. Por otra parte, esta campaña confirma tanto el hundimiento de los partidos tradicionales, como el debilitamiento y disgregación política del autonomismo de la “media luna”, que nunca logró erigirse en una fuerza nacional, limitado por su carácter abiertamente empresarial y terrateniente y su programa regionalista y racista.
Las fuerzas que se presentan, más que competir con el MAS, disputan por la minoría parlamentaria y para posicionarse de cara a 2019, acusándose unos a otros de ser “funcionales al MAS”.
Samuel Doria Medina encabeza el frente Unidad Democrática, con Ernesto Suárez como candidato a vice, cuenta con un 14 % de intención de voto. Busca representar la “unidad nacional” de las fuerzas de centroderecha, convocando a los empresariados de Oriente y de Occidente (en un intento de superar las divisiones regionalistas en la burguesía nacional) con un programa de mayor apertura al capital privado y extranjero.
Doria Medina fue Director de Política Monetaria en el Ministerio de Finanzas y en 1992 fue Ministro de Planeamiento, en el gobierno neoliberal de Jaime Paz Zamora. También, fue gobernador del BID y del Banco Mundial.
Empresario dueño de SOBOCE, lo que le convierte en el “rey del cemento”, tiene empresas de “comida rápida”como La Quinta y las franquicias de Burguer King y Subway.
Su acompañante de fórmula, Ernesto Suárez Sattori, ligado a los terratenientes y empresarios benianos, proviene de ADN (el extinto partido de Bánzer), es una figura del autonomismo (regionalismo reaccionario de los departamentos de las Tierras Bajas) fue prefecto (gobernador) del Depártamento de Beni, siendo destituido en su segundo mandato bajo acusaciones de irregularidades y corrupción.
Jorge “Tuto” Quiroga ensaya el reagrupamiento de la vieja élite neoliberal, más ligada al sector financiero, a las transnacionales y al imperialismo. Se le adjudica un magro 7% de intención de voto y se presenta en estas elecciones con el PDC (Partido Demócrata Cristiano), antigua sigla política resucitada para la ocasión.
Quiroga fue militante de ADN. Sirvió como Subsecretario de Inversión Pública y Cooperación Internacional en el Ministerio de Planeamiento dirigido por Samuel Doria Medina (1992). Ambos participaron del proceso de privatizaciones y “capitalización” que enajenó entre 1992 y 1995 las empresas públicas y recursos naturales del país. Entre 1992 y 1993 fue ministro de Finanzas. Luego, fue vice del ex dictador, electo en 1997. Cuando en agosto de 2001 Banzer debió dejar el cargo por enfermedad terminal, le sucedió en la presidencia hasta agosto de 2002.
Su candidata a vicepresidenta, Tomasa Yarhui, fue ministra de Asuntos Campesinos en su gobierno. Es parte de una camada de pequeñoburgueses y profesionales de origen indígena que se sumaron al carro neoliberal bajo los gobiernos de la “democracia pactada” con Banzer, Sánchez de Losada y Jaime Paz.
Juan Del Granado se presenta como candidato por su partido, el Movimiento Sin Miedo. Con una trayectoria“progresista”, inició su carrera política en el MIR y fue una figura de los Derechos Humanos. Electo en 1999 alcalde de la Ciudad de La Paz, aplicó un programa “modernizador” apoyado por el BID y otras agencias internacionales. Luego fue aliado del MAS en las elecciones de 2005 y en la Asamblea Constituyente. Se distanció de Evo después de 2008/9 criticando los “excesos” populistas del gobierno.
Tiene cierta base social entre la clase media paceña, pero por su escaso alcance nacional (el MSM es básicamente una fuerza paceña) y su perfil político tradicional, difícilmente pueda consagrarse como alternativa de centroizquierda. De hecho, apenas lograría un 3% de los sufragios el 12 de octubre. En suma, con un perfil, programa y candidatos que la desnudan del lado de los ricos y sin nada que ofrecer a obreros, campesinos e indígenas, la derecha no ha podido recuperarse de la liquidación de los partidos tradicionales, de la derrota política sufrida por la media luna en 2008, unir ni renovar sus fuerzas y tampoco reacomodarse en el nuevo régimen como para disputar terreno al MAS, fuera de algunos espacios departamentales. Mientras, Evo, frente al que tampoco ha surgido una alternativa por izquierda, marcha a un amplio triunfo que le permita plebiscitar su rol de árbitro nacional incontestable para el próximo período.