En la noche del 25 al 26 de octubre un joven de 21 años, activista ecologista, Rémi Fraisse, fue asesinado por la gendarmería francesa durante una protesta contra la construcción de una represa en el sur de Francia. Mientras el débil gobierno de François Hollande buscaba hacer valer su “autoridad”, este crimen podría provocar todo lo contrario. Por el momento solo el gran “respeto a las instituciones republicanas” de partidos y organizaciones reformistas, e incluso de sectores de la “extrema izquierda”, está permitiendo que la crisis no se profundice y se traduzca en una movilización popular masiva.
Un crimen de Estado
El asesinato de Remi Fraisse es claramente un crimen de Estado que refleja de forma trágica la violencia policial recurrente contra los habitantes de barrios populares, contra las luchas sociales y la resistencia de los trabajadores. Si bien Rémi es el primer muerto en una manifestación desde 1986 en Francia, la represión tanto física como “administrativa” es moneda corriente en este país imperialista.
Es que el “perfeccionamiento” de los métodos de represión permite no ir hasta el asesinato de manifestantes pero sí utilizar medios de intimidación como lastimar gravemente y mutilar (perdidas de ojos, etc.) a través del uso de “armas no letales”. Todo esto sin mencionar, los asesinatos de jóvenes de barrios populares en manos de las fuerzas de represión que son completamente “invisibilizados”.
El asesinato de Rémi Fraisse es en este sentido el resultado de esta política de represión constante de las movilizaciones populares por parte del Estado, y esto sin que importe si es la derecha o la “izquierda” que esté en el poder.
En efecto, Rémi fue asesinado por la explosión de una “granada ofensiva” en una manifestación contra un proyecto inútil de construcción de una represa que iba a afectar gravemente el ecosistema de la zona.
Desprecio y cinismo de la casta política burguesa
El gobierno intentó esconder la responsabilidad de la gendarmería en el asesinato de Remi, algunos tratando incluso de presentarlo como una suerte de “extremista”, “khmer verde”, y en cierto modo “responsable” de lo que le ocurrió.
Es en la continuidad de esta actitud provocadora que varias manifestaciones en homenaje a Rémi que se llevaron a cabo en ciudades importantes como Toulouse, Rennes o Nantes fueron también reprimidas por un amplio despliegue policial. ¡En París el gobierno hasta llegó a prohibir la marcha convocada por varias organizaciones políticas y sindicales!
Y como si estas provocaciones fueran poco, el martes 4 de noviembre, cuando una diputada ecologista pidió un minuto de silencio en el Parlamento por Rémi Fraisse, el presidente de la Asamblea Nacional, Claude Bartolone del Partido Socialista de François Hollande, la interrumpió declarando: “tradicionalmente, solo saludamos con un minuto de silencio el fallecimiento de un miembro de las fuerzas armadas o de rehenes”. Una actitud escandalosa que muestra el grado de descomposición de esta casta de políticos burgueses.
Romper con el respeto a las “instituciones republicanas”
Esto no significa que el campo gubernamental esté unido sólidamente. Es más bien lo contrario. Esta nueva crisis está agravando la lucha entre las distintas fracciones del campo gubernamental y asociados (como el partido Verde) que tratan de instrumentalizar el asesinato de Rémi para imponerse ante sus “rivales internos”. La oposición de derecha por su parte guarda silencio, un claro signo de “apoyo” al gobierno en este tema por más que digan que su silencio es en apoyo a “las fuerzas policiales”.
Sin embargo, lo que más está constituyendo un freno para que esta crisis sea más profunda y tenga una expresión en las calles a través de la movilización de miles de jóvenes que rechazan este crimen, es la política de respeto a las “instituciones republicanas” de las organizaciones reformistas y ecologistas burguesas (PCF, Parti de Gauche, Verdes, etc.) y la de ciertos sindicatos y sectores de la “izquierda radical”.
Es así que ante la prohibición por parte del Estado (!) de la manifestación parisina contra el asesinato de Rémi, estas organizaciones decidieron levantar el llamado a manifestar, contentándose de plegarse a una concentración silenciosa y no reivindicativa organizada por la familia de Rémi.
Incluso el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA), que en julio había desafiado correctamente la prohibición de manifestar en solidaridad con Palestina, esta vez prefirió no mantener el llamado a la marcha.
Esto es inaceptable. Los explotados y oprimidos no deben pedirle permiso a nadie, y mucho menos a sus propios opresores, para manifestarse contra un crimen político como el de Rémi Fraisse. No podemos respetar el marco impuesto por nuestros propios explotadores. Acá no se trata simplemente de la vida y la memoria de este joven activista, es un ataque contra el conjunto de los activistas y militantes que se oponen a los distintos proyectos de las clases dominantes. Si el crimen de Rémi no encuentra mayor oposición y resistencia popular, la relación de fuerzas se degradará para nuestra clase.
El gobierno teme como a la peste la movilización de la juventud porque sabe muy bien que podría ser la chispa que active a la clase obrera y a otros sectores. Lo que ocurra en los próximos días en el movimiento estudiantil, en las universidades y los secundarios, será sin dudas fundamental para la lucha por la justicia por Rémi y contra la violencia policial y los crímenes del Estado imperialista francés contra el conjunto de los oprimidos y los explotados.