Mientras Marine Le Pen se posiciona desde ahora para 2017, la derecha tradicional tiene por delante un largo camino, primarias de por medio, además de clarificar su programa para estar en condiciones de acceder al segundo turno de las presidenciales de ese año. Pero detrás de la unanimidad casi “soviética” del Frente Nacional (FN), no todo es armonía. Paralelamente a la elección de la presidencia del partido, en la elección del Comité Central la nieta de Jean Marie Le Pen y sobrina de Marine, Marion Maréchal obtuvo más de 80% de los votos desplazando al cuarto puesto a Florian Philippot (con un 69% de los votos), el vocero ineludible de la línea marinista en todos los programa de TV.

Más allá de los nombres, que para un lector latinoamericano poco representan, la nueva cara ascendente de la dinastía Le Pen representa los valores más tradicionales de esta formación, los cuales fueron relegados por el marinismo y su política de “desdiabolizacion”. Es decir una línea soberanista/anti-neoliberal, ni de izquierda ni de derecha, responsable de los grandes éxitos electorales de la formación y de cuadruplicación de sus adherentes (83000 contra 23000 de su anterior Congreso).

Esta línea más social del FN le permite llegar a muchos sectores de la clase trabajadora decepcionados con la política de Hollande, en especial en las viejas zonas industriales en crisis del norte de Francia.

Marion Maréchal, por el contrario, plantea una línea más liberal conservadora para dirigirse al electorado del sudeste y de sectores de la vieja pequeño burguesía o pequeños patrones, a la vez que mucho más conservador en lo social. Reivindicándose claramente de derecha, busca de establecer puentes hacia la UMP en dirección a los movimientos radicales de la esfera identitaria. Así, a diferencia de Marine Le Pen, ella se reclama abiertamente católica y participó en todas las manifestaciones de los opositores al matrimonio homosexual, la llamada “Manif pour tous”.

Aunque reforzada, la presidenta del FN puede beneficiarse de estas dos alas para cubrir todo un amplio espectro y aumentar sus chances electorales. No debemos olvidar cuando en el pasado, en otro gran momento de ascenso electoral el lepenismo se dividió producto de sus contradicciones.

Resolver estas fisuras latentes será una cuestión central para que esta fuerza se establezca como alternativa de gobierno en 2022, tomando en cuenta que salvo una gran catástrofe -por ejemplo una división que los obligue a llevar dos candidaturas- lo más probable es que en 2017 gane la derecha tradicional.

Sarko volvió pero no como lo esperaba

Sarko volvió, pero no «en gran salvador» como lo esperaba. Tuvo que pasar por una elección interna para lograr la dirección de la UMP que ni siquiera ganó de forma contundente. Lejos del 70-80% que esperaban sus partidarios, debió contentarse con un modesto 64% que, aunque se quedó con el control del principal aparato de oposición, le deja poco margen de maniobra y obligado a pesar por internas para las presidenciales de 2017; en especial frente Alan Juppe quien goza de la mejor opinión de la población francesa.

La realidad es que frente a la persistencia de la crisis capitalista que ha hundido a la centroizquierda gubernamental, la derecha tradicional se encuentra fuertemente dividida. Por un lado, una línea de centro derecha que mezcla la tradición demócrata cristiana no asumida, -a diferencia de Alemania, debido al peso de lo “laico” en la tradición republicana francesa-, con la liberal y gaullista social.

Por otro lado, una derecha des-acomplejada, reunión del verdadero gaullismo más nacionalista y conservador, sectores thatcheristas así como antiguos cuadros de la vieja extrema derecha francesa. Mientras un sector se dirige hacia el FN y los valores comunes (como testimonia varias encuestas), otros buscan realizar una campaña para capitalizar al electorado de centroizquierda que, resignado frente a la catástrofe del gobierno del PS (y su traducción electoral), solo buscaría evitar lo“peor”: la perspectiva del FN al poder.

Esto le permite a Juppe— el antiguo primer ministro de Chirac que fue desafiado en las calles en la famosa huelga metropolitana de 1995, el primer gran desafío contra la ofensiva neoliberal triunfante de la década de 1990— , aparecer como el mejor calificado a izquierda y derecha.

Como derechizar el terreno político frente a la alternancia

Está claro que, más allá del candidato de la derecha tradicional, lo que se está preparando de formas diversas es una derechización del escenario político en caso de alternancia en 2017.

En las recientes internas de la UMP ya vimos el rol de Sens commun, asociación creada al seno de la UMP de referentes de la Manif pour tous, haciendo presión sobre los tres candidatos y logrando que Sarkozy, frente a los silbidos del auditorio en un debate sobre la ley de matrimonio homosexual, aceptara la política de abrogación de llegar a la presidencia del país; tal como demandan estos grupos identitarios de derecha.

Por su parte, tenemos a Eric Zemmour; un crítico virulento de la herencia de Mayo de 1968 y cuyo último libro Suicide français se convirtió en un verdadero fenómeno de sociedad, según las palabras de algunos analistas, con más de 240000 copias vendidas. Eric Zemmour hace presión por la emergencia de un verdadero lobbing de derecha, reproduciendo para este «reaccionario abierto» lo que ya existe entre la izquierda socialdemócrata y los sindicatos públicos, los“lobbies societales especialmente el LGTB”, los ecologistas o las“asociaciones de banlieue”. Y todo esto, amplificado en el campo político por el rol de liderazgo ideológico sobre la derecha que juega Marine Le Pen y el FN.

Lamentablemente, a pesar de que existen síntomas de radicalización, toda la izquierda reformista político y sindical está en crisis. Y la extrema izquierda, no se presenta como una alternativa revolucionaria frente a esta «falsa izquierda». Por el contrario, no se diferencia de esta centroizquierda moribunda y su republicanismo reaccionario. Tampoco de la izquierda de la izquierda que, aunque se opone a la política de austeridad de Hollande, sólo busca una nueva mayoría de centroizquierda más social. Esta perspectiva que no puede entusiasmar a los trabajadores y a la juventud, frente a la dureza de la crisis capitalista y la radicalización del discurso de la derecha. Pero esto lo desarrollaremos en otra oportunidad.

Publicado por Juan Chingo

Juan Chingo | @JuanChingoFT :: Ciudad

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