El acuerdo es un alivio para las poblaciones de Donetsk y Lugansk que sufren cotidianamente el fuego de la artillería del régimen ucraniano. Mientras Rusia y los rebeldes pro rusos avanzan un poco, el cese del fuego no resuelve las principales cuestiones. La diplomacia europea sale reforzada coyunturalmente y los halcones norteamericanos se verán obligados a postergar por el momento su campaña de “armamento para Ucrania”.
El acuerdo alcanzado luego de 17 horas de negociación no provoca grandes avances, aunque sí una mejora de Rusia y los rebeldes pro-rusos. No podría ser de otra manera ya que, como hemos explicado, ha habido negociaciones porque la economía y el régimen ucraniano estaban casi en quiebra y su ejército por segunda vez derrotados. Fue esto y el temor a una escalada militar de los EEUU que llevó a Merkel y a Hollande a implicarse en una negociación, especialmente viajar a Moscú para hablar de forma privada (y sin las escuchas de la CIA) con Putin.
Todo dependerá del status político de las repúblicas del este de Ucrania
El acuerdo no resuelve aun el tema más escabroso del actual conflicto, esto es, el status de las provincias rebeldes del este Ucrania. Ya sea una descentralización, una federalización como propone Rusia y recientemente parecería inclinarse los europeos, una confederación o una región autónoma como la que gozan por ejemplo los kurdos en Irak; variante que se inclinan los rebeldes luego de la sangre y el odio corrido entre las poblaciones del este y el régimen de Kiev.
Rusia no buscaba este resultado en la actual negociación, ya que planteó todo el tiempo que era un jugador ajeno al conflicto y por eso la fórmula empleada es la de la necesidad de una revisión constitucional, al igual que en el anterior acuerdo Minsk de septiembre de 2014. Esta es una demanda que Rusia repite desde la caída del gobierno Víktor Yanukóvich y el golpe pro imperialista de febrero de 2014.
A la vez, si Rusia empujaba más de la cuenta arriesgaba perder aliados, tomando en cuenta que su situación ha mejorado ya que se ha mostrado la ineficacia de las sanciones y su objetivo estratégico –buscado paso a paso- se extiende a logar el alineamiento político de toda Ucrania y no solo de Nueva Rusia o el Donbass.
En lo inmediato, lo que es importante para la relación de fuerzas en el terreno, es el hecho que se exija el retiro de las armas pesadas, armamento que le da ventajas al régimen de Kiev. Si esto se concretara los rebeldes podrían avanzar aún más de lo que ya lo hicieron en el terreno militar.
Perspectivas inciertas para una solución definitiva
Por primera vez, conscientes de lo que estaba en juego, el eje franco-alemán parece haber actuado a la altura del desafío y no siguió los pasos de Washington. En un momento que hay una saturación estratégica entre el peligro del terrorismo luego de los atentados de París y las difíciles negociaciones con Grecia sobre el tema de la deuda, no es poco.
Dicho esto, tomando en cuenta el fracaso de Minsk, nada garantiza que este nuevo acuerdo vaya avanzar. A pesar de la debilidad del régimen de Kiev, éste solo se conforma con una victoria. La diferencia más importante es que ahora Francia y Alemania están formalmente comprometidas. ¿Implicará que estén dispuestas a obligarlo a cumplir con sus compromisos? La experiencia de todos estos meses lo hace dudar. Pero la diferencia más sustancial entre septiembre y ahora es el cambio de la opinión pública y política en Alemania y en Francia.
En la segunda, no solo Marine Le Pen saludo por primera vez el esfuerzo de Hollande y Merkel de viajar a Moscú el sábado pasado. Más significativo, Nicolás Sarkozy, ex presidente y actual presidente la formación conservadora UMP, salió a defender todos los argumentos de Putin el actual conflicto. Y dijo: “La separación entre Europa y Rusia es una tragedia. Que los estadounidenses lo deseen, es su derecho y es su problema (…), pero nosotros no queremos la resurgencia de una guerra fría entre Europa y Rusia.»
Por su parte en Alemania, el clima antinorteamericano también se ha deteriorado afectando a la canciller Merkel, que se alineo en gran medida con la política de Obama en la segunda fase del conflicto debiendo hacer un fuerte giro a último momento. Dos muestras que hablan por sí solas. En un debate donde estaban presente el embajador norteamericano en Alemania Kornblum y actual presidente del parlamento europeo, el alemán Schulz, este último afirmó (respondiendo a Kornblum quien había afirmado que nada se arreglara sin la participación de EEUU):»Quiero hacer hincapié en el hecho de que los EE.UU. no son vecinos de Rusia, y que la guerra no tiene lugar a las puertas de los EE.UU. Yo quiero insistir en que este es un problema europeo y creo que los EE.UU. deben mantenerse a una distancia respetuosa”. Incluso dentro del gobierno alemán, el ministro de relaciones exteriores alemana, Steinmeier, llegó a afirmar en una entrevista de radio que si no se logró ninguna decisión política (en relación a la guerra) en Ucrania, el gobierno alemán «se reserva el derecho de actuar con decisión contra los dirigentes ucranianos, hasta e incluyendo el establecimiento de sanciones”.
Si la diplomacia europea no actúa de forma más decidida y con creciente independencia de los Estados Unidos, lo más probable es que las cosas se sigan resolviendo en el terreno. Por un lado, no puede descartarse que los EEUU busquen más y más hacer de Kiev un régimen vasallo. Por el otro, las fuerzas rebeldes seguirán tomando la iniciativa, como demuestra el hecho de según fuentes confiables han muerto más de 2300 militares ucranianos desde esta segunda fase del conflicto, una tasa de casi 100 por día. Es esta por ahora la única fuerza que está haciendo mover las realidades diplomáticas en Ucrania y en Europa, ausente toda intervención independiente de la clase trabajadora tanto en el este como el oeste de Ucrania. De seguir así las cosas, la perspectiva de una división de hecho de Ucrania aparecerá como cada vez más ineluctable.