La movilización fue gigantesca en el Congreso Nacional, donde se realizó la convocatoria central, pero también sobrepasó todas las estimaciones en más de 70 ciudades del país. Y no sólo eso: se extendió a Chile, Uruguay y México.
En pleno centro porteño, alcanzó tanta masividad que era casi imposible caminar y hasta se hacía necesario “esperar turno” para poder avanzar. Según cálculos globales se estima que la convocatoria podría haber reunido entre 300 mil y 500 mil personas, convirtiéndose en una de las concentraciones más grandes de la historia reciente. A las 18:30 horas, mientras varios miles empezaban a abandonar la Plaza de los Dos Congresos, otros tantos intentaban ingresar. Para hacer apenas una cuadra, se podía demorar hasta media hora. La gente cubría casi la totalidad de la plaza, pero también se extendía por la Avenida de Mayo, hacia la Avenida 9 de Julio, y varias cuadras por las calles laterales, en todas las direcciones.
¿Quiénes marcharon contra la violencia machista?
La movilización tuvo un carácter ampliamente representativo. A diferencia de quienes se manifestaron el 18F en apoyo a los fiscales que enfrentaban al gobierno nacional, las clases medias altas estuvieron casi ausentes en esta movilización. En su mayoría fueron jóvenes estudiantes, trabajadoras y trabajadores con sus uniformes y recién llegando de fábricas, oficinas, hospitales, escuelas; también profesionales.
Hubo organizaciones feministas, sindicales, estudiantiles, sociales, barriales y políticas entre muchos otros que marcharon individualmente. A pocas cuadras de la plaza, decenas de micros mostraban a quienes habían llegado, organizados, desde el conurbano. Pero también era notorio que para muchas y muchos, la movilización era una experiencia absolutamente novedosa porque preguntaban cuál era esta o aquella calle.
Se trataba de una enorme multitud rechazando los femicidios y la violencia contra las mujeres. Delante del escenario, en un sitio especialmente preparado, se encontraban las familias de las víctimas de femicidio. Colgando de sus cuellos, las fotos de las mujeres asesinadas. En los rostros, la tristeza, el dolor, la emoción se mezclaban con la alegría de saberse rodeadas por la solidaridad de centenares de miles de personas en todo el país.
“Marchemos en algún lado” le dijo una chica a otra, cuando eran poco más de las 16:00 horas. En ese momento, una columna del sindicato ATE empezaba a ingresar a la plaza. No lo lograría. Quedaría a mitad de camino, estancada por la multitud.
Pocos minutos después, por otro extremo de la plaza ingresaban las trabajadoras ferroviarias. Hacia la Avenida de Mayo se formaba una columna de La Cámpora, en cuya cabecera se veía a los ministros Florencio Randazzo y Agustín Rossi, entre otros funcionarios del gobierno nacional. A los costados, los “grandotes” que los custodiaban.
Se pudo ver a varios políticos de los partidos patronales que hicieron, incluso, un enorme despliegue de aparato como, por ejemplo, la diputada Dulce Granados, esposa del Ministro de Seguridad de Scioli, quien lucía un corazoncito dibujado en la mano derecha y era acompañada por decenas de militantes con pancartas ¡con su nombre!
El gobierno se sumó a la movilización, convocando en los últimos días, intentando evitar que se convirtiera en una clara manifestación opositora. La presidenta, recién el mismo día por la mañana, emitió algunas opiniones por twitter, aunque no hizo ninguna mención a la concentración ni al alto índice de femicidios durante la cadena nacional que se transmitió al mediodía desde Mendoza. La candidata a gobernadora de esa provincia, por el PTS en el Frente de Izquierda, Noelia Barbeito criticó que Cristina le diera la espalda al reclamo de miles.
También se hicieron presentes varios famosos: el estilista Roberto Piazza, las actrices Andrea Bonelli y Alejandra Darín, los actores Gonzalo Heredia y Arturo Bonín, entre otros que se nuclearon en la Asociación Argentina de Actores.
En las esquinas se improvisaban representaciones teatrales: jóvenes envueltas en bolsas de nylon, personas que portaban carteles con letras que terminaban formando la frase #NiUnaMenos. Gran despliegue de creatividad de la multitud.
La amplitud de la convocatoria se expresaba en la cartelería y en los convocantes. Justo atrás del escenario, un cartel rezaba “Dijo Jesús: Yo he venido para que tengan VIDA y para que la tengan en ABUNDANCIA”. A algunos cientos de metros y miles de personas más allá, en la mano de una joven se leía “Si PUTA es ser libre y dueña de mi cuerpo. SOY PUTA ¿y qué?”
Las voces que ocuparon el escenario
El discurso, leído por la actriz Erica Rivas y el actor Juan Minujín, insistió en que el machismo es una construcción cultural, pero que cuando hablamos de violencia contra las mujeres, también nos referimos al impedimento que tienen para decidir sobre sus propios cuerpos, a las redes de trata, el acoso callejero y otras tantas formas de violencia social e institucional, en las cuales las fuerzas de seguridad también se ven implicadas.
Luego, la dibujante y caricaturista Maitena, leyó uno a uno, los puntos de un petitorio que las organizadoras pidieron que firmaran los políticos, comprometiéndose con la lucha contra la violencia de género. Entre otros puntos, reclamaba: implementar todos los recursos necesarios y monitorear el Plan Nacional de Acción para la Prevención, la Asistencia y la Erradicación de la violencia contra las mujeres, tal como lo establece la ley 26.485; que las víctimas tengan acceso a patrocinio jurídico gratuito durante todo el proceso judicial; elaborar el Registro Oficial Único de víctimas de violencia contra las mujeres para que haya estadísticas oficiales y actualizadas sobre femicidios; que se garantice la Educación Sexual Integral en todos los niveles educativos; etc.
La izquierda denunció a los responsables
En todo el país, la izquierda se sumó al reclamo de #NiUnaMenos, pero también sumó la denuncia de las múltiples formas de violencia contra las mujeres y también de las instituciones que son responsables de legitimarla, reproducirla y justificarla. La agrupación feminista socialista Pan y Rosas, integrada por militantes del PTS y mujeres independientes, movilizó más de 3 mil mujeres en esta convocatoria central que confluyó en el Congreso Nacional y más de 7 mil en todo el país, además de participar con Pan y Rosas de Chile, México y Uruguay en esos países donde se replicó este reclamo.