La Troika presiona por más recortes y acorrala al gobierno de Tsipras. Continúa la fuga de capitales y se acerca la fecha límite para un acuerdo. ¿Cuáles son los escenarios más probables para Grecia?
“Europa debe salvar a Grecia para salvarse a sí misma”, afirma este lunes Timothy Garton Ash en The Guardian. En su artículo plantea que hay actualmente dos visiones peligrosas sobre Grecia en los países del norte de Europa.
La primera, que este juego del “gato y el ratón” entre Grecia y Alemania terminará, a último momento, necesariamente en un compromiso. La segunda, que aun si se diera a la salida de Grecia de la Eurozona, no sería tan grave para el resto de Europa.
Frente a estas “ilusiones peligrosas”, el periodista británico plantea que el riesgo de un Grexit sigue presente, y podría estar a la vuelta de la esquina. Concretamente, se refiere a la continua fuga de capitales de la banca griega, que podría llevar, si se desata un estado de pánico, a que el gobierno tenga que implementar el control de capitales para evitar una quiebra completa.
Aun cuando el resto de la economía europea pudiera resistir las repercusiones, las consecuencias se medirían a más largo plazo, señala. En primer lugar, se produciría en Grecia una “dramática caída en el nivel de vida” de la mayoría de la población, teniendo en cuenta que en estos 7 años de crisis ya ha caído por lo menos en un 30%.
“Salvo que ocurra un milagro, esto seguramente resultará en un nuevo gobierno más radical, populista y nacionalista, sea de izquierda o de derecha”, advierte.
Las consecuencias geopolíticas, señala, pueden llevar a Grecia a recostarse más en “nuevos socios” como Rusia o China, que ya tienen los ojos (y algunos negocios importantes) apuntados en el país.
El corresponsal económico del Finantial Times en Grecia, Ferdinando Giugliano, también dedica este domingo un artículo a analizar el peligro de un escenario de control de capitales, señalando que la situación de Grecia podría compararse más con la caótica salida de la convertibilidad argentina que con el control de capitales “ordenado” en Chipre.
Repasa la situación de Argentina en 2001, cuando se implementó el “corralito” a los depósitos bancarios y se produjo una abrupta devaluación de la moneda. Sostiene que puede llevar años “recuperar la confianza” de los inversores después de esto, condenando la economía a una parálisis de largo alcance.
Ambrose Evans-Pritchard, desde The Telegraph, dice que el ala izquierda de Syriza exige un default “a la islandesa”, mientras que el desafío griego se endurece. Frente a la visión “tranquilizadora” de que Syriza terminará si o si adoptando todas las exigencias de la Troika, cita declaraciones de varios ministros griegos durante el fin de semana, asegurando que no habrá nuevas reducciones de pensiones y salarios, o aumentos del IVA en la electricidad. Plantea que el gobierno tiene que llegar a un compromiso que sea aceptable por el parlamento para que pueda tener alguna estabilidad.
Todos estos analistas coinciden en que, llegados a este punto en las negociaciones, no sería conveniente para la UE forzar una salida de Grecia del euro con exigencias que sean completamente impresentables, como la cuestión de las pensiones y salarios, buscando en cambio otras vías para cumplir con los recortes.
¿Por qué la Troika insiste en recortar las pensiones griegas?
La portavoz de política económica de la Comisión Europea, Annika Breidthardt, defendió este lunes las propuestas realizadas por la Troika.
«Para prevenir cualquier malentendido hay que decir que es una importante tergiversación de los hechos afirmar que las instituciones han exigido recortes en pensiones individuales», señaló. La reforma, dijo, sería para la “eliminación progresiva de la jubilación anticipada, prolongar la edad de jubilación y quitar incentivos incorrectos para la jubilación anticipada».
En cuanto a los salarios, recurrió al eufemismo de la “modernización” para referirse a los recortes, diciendo que las «instituciones no están pidiendo nuevos recortes en salarios», sino una “modernización de las categorías salariales del sector público fiscalmente neutrales y una preservación de las prácticas salariales en el sector privado en línea con las mejores prácticas internacionales y teniendo en cuenta el elevado desempleo».
«Esto no implica necesariamente recortes salariales, sino más bien alinearlos con la productividad y las necesidades de competitividad de la economía» griega, señaló.
En decir, las propuestas de la Troika -más allá de la forma de presentarlo-, implican un recorte en el sistema de pensiones, bloquear cualquier recuperación del salario (que viene sufriendo fuertes caídas) y atarlo a la productividad, avanzar contra los derechos de la negociación colectiva y aumentar el IVA.
Si el gobierno griego aceptara todas estas exigencias significaría una capitulación completa y se colocaría al borde del abismo, con el riesgo de perder el apoyo de gran parte de sus votantes, a tan solo cinco meses de gobierno. Pero si no cede nada más, podría echar por los aires el acuerdo y verse ante el escenario del impago y una fuga masiva de capitales. Esta es la encrucijada actual.
Pero ha sido su estrategia de “presión amigable” hacia la Troika, la línea de ir acumulando concesiones con el objetivo de alcanzar un “acuerdo satisfactorio”, la que ha colocado al gobierno en este dilema crucial.
La Troika sigue forzando hasta el límite las exigencias para obligar al gobierno de Tsipras a una mayor capitulación política (un camino que se inició con el acuerdo del 20 de febrero.)
También intervienen factores políticos más generales. El triunfo de candidaturas a la izquierda del PSOE en las principales ciudades españolas el pasado 24M, y una posible derrota del PP en las elecciones españolas de fin de año, “apuran los tiempos” para las instituciones. Por eso la posibilidad de “dejar caer” a Grecia como forma de “ejemplificar” tampoco se descarta, aunque sea lo menos buscado.
Es probable que en los próximos días o semanas Tsipras acepte nuevas concesiones, que sin llegar el programa de máximos de la Troika, puedan facilitar un nuevo acuerdo, sobre la base de mantener la sujeción económica y política de Grecia a esas instituciones. Aunque la salida más catastrófica sigue presente como amenaza.
La necesidad de una movilización independiente, que ponga en el centro la cuestión del no pago de la deuda y un programa obrero de salida a la crisis sigue siendo urgente.