A pocos días del referéndum griego, se intensifica la reaccionaria campaña de la Troika por el “Si”. Syriza llama a votar por el NO, pero con el objetivo de negociar ofreciendo más concesiones.
Las declaraciones de los principales mandatarios europeos, llamando a votar “SI” en la consulta griega del domingo, forman parte de una descarada campaña de injerencia imperialista que busca infligir una derrota humillante al gobierno de Syriza y al pueblo griego.
En esta operación participan representantes del BCE y la UE, mandatarios europeos y el FMI; conservadores y socialdemócratas, las dos alas del mismo partido de la Troika, de las que también forman parte Nueva Democracia, el PASOK, To Potami y toda la oposición capitalista griega.
El referéndum griego es presentado por el establishment político europeo como una elección entre continuar en la eurozona y el temido “Grexit”, una virtual expulsión de Grecia del euro, que en el marco de la crisis actual y sin un programa que avance decididamente contra los intereses y la propiedad capitalista (lo cual está por fuera del horizonte del gobierno de Tsipras) provocaría a una fuerte devaluación de la moneda con la consiguiente inflación y más penurias para la mayoría de la población.
El socialdemócrata y ministro de finanzas alemán, Sigmar Gabriel, empezó la semana con artillería pesada: “Si vence el no, será un voto claro en contra de la permanencia en el euro”. “Lo mejor sería cancelarla”, dijo sobre la consulta. Angela Merkel no sólo acompañó estas declaraciones, en una conferencia de prensa conjunta, sino que varios dirigentes de su partido, la CDU, han declarado que descartan un acuerdo con Grecia, y que esperan el triunfo del “SI” para que se produzca un cambio de gobierno. Y por si quedaba alguna duda, el 1 de julio, el diario británico The Times, difundió declaraciones de un alto cargo alemán, diciendo que mientras Tsipras y Varoufakis siguiera en el poder, no se iba a llegar a un acuerdo.
También Matteo Renzi, el Primer Ministro italiano a quien Tsipras ha buscado de aliado desde el inicio de las negociaciones para “frenar la austeridad”, fue uno de los primeros en alistarse en la carrera por el “SI”. En su cuenta de Twitter escribió en inglés: «el referéndum griego no es un enfrentamiento entre la Comisión Europea y Tsipras, sino entre el euro y el dracma. Esa es la elección».
Pero el Primer Ministro francés Manuel Valls tampoco se quedó atrás. «Respetamos al pueblo griego y las decisiones del Gobierno (…) Les corresponde a ellos votar, pero les pedimos que voten con los ojos abiertos, sacando todas las consecuencias de lo que podría suponer el no, que podría hacer salir a Grecia de la zona euro», dijo este miércoles.
Como es costumbre, las declaraciones más provocadoras vinieron del mandatario español, el conservador Mariano Rajoy, que bajo la presión que implica para el desgastado Partido Popular el ascenso de Podemos, sostuvo: “si Tsipras pierde el referéndum, eso será bueno para Grecia. Si gana el referéndum, Grecia no tiene más alternativa que salirse del euro”. “La buena noticia de que el Gobierno (griego) perdiera el referéndum es que habría otro con el que negociar», soltó.
Aunque una de las declaraciones más ácidas y prepotentes vino del Presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. El acaudalado político luxemburgués le dijo a los griegos: «no te deberías suicidar porque te asuste la muerte».
Pero estas declaraciones son sólo la cara mediática de la ofensiva del imperialismo europeo. La otra cara se muestra en el terreno. Como decíamos en otro artículo recientemente, la confianza de Syriza en las negociaciones “por arriba” y las maniobras tácticas como la convocatoria al referéndum, se han desarrollado en un marco en que la Troika no ha dejado de apretar el cuello de Grecia, empujando la economía del país a la catástrofe, mientras los magnates y millonarios, han fugado miles de millones de euros a Suiza y otros paraísos fiscales.
Mientras tanto, los portavoces del imperialismo norteamericano evitan pronunciarse claramente sobre el asunto, aunque algunos de sus “representantes intelectuales”, como Paul Krugman o Stiglitz, han llamado a votar el “No” y defienden que se establezca una reestructuración de la deuda griega.
Una política a la que incluso pareciera haberse sumado el FMI en las últimas horas.
Posiciones que lejos de expresar ningún tipo de actitud democrática o solidaria, muestran que las disputas interimperialistas (especialmente entre Estados Unidos y Alemania), también se manifiestan en la crisis griega.
“It´s too late”
Este martes el matutino británico Financial Times filtró una carta que Tsipras envió al Eurogrupo el lunes por la noche, en la que el Gobierno griego aseguraba que a cambio de un nuevo plan de “rescate”, aceptaría casi la totalidad de las exigencias de la Troika, salvo algunas modificaciones menores.
Tsipras pidió un nuevo plan de rescate, con una financiación por 30.000 millones de Euros y una reestructuración de la deuda griega, a cambio de comprometerse a cumplir con la mayoría del programa de la Troika. El pedido fue un intento de “última hora” por llegar a lo que Tsipras llama “un acuerdo viable”, pero que conlleva la aceptación de una variante “moderada” de la austeridad.
Sin embargo, pesar de esta oferta tan “generosa” -con más concesiones de las ya había hecho el gobierno griego la semana anterior, antes de la ruptura de las negociaciones y la convocatoria al referéndum-, el Eurogrupo dijo que ya era demasiado tarde para negociar; “It´s too late”. Los “halcones” alemanes se negaron a seguir negociando antes del referéndum. Se juegan a un triunfo del “SI” y están embarcados en una reaccionaria campaña continental para lograr este objetivo, que de lograrse implicaría una dura derrota para el Gobierno de Tsipras y el pueblo griego, e incluso podría llevar a la convocatoria a nuevas elecciones.
El referéndum y la política de Tsipras
Millones de trabajadores y sectores castigados por la crisis votarán “NO” este domingo, como forma de repudiar el “apriete” de la Troika y decir que no quieren más austeridad y recortes. “Voto no, porque ya no tengo miedo de estar peor”, dijo un pensionista griego con sus tres hijos en paro a una cadena de televisión española.
Sin embargo, el referéndum convocado por el Gobierno de Syriza tiene profundas contradicciones, empezando por el hecho de que la papeleta del domingo consulta sobre una propuesta que el Eurogrupo dice que ya no está sobre la mesa.
Syriza presenta el voto “NO” como una forma de mejorar su posición en las negociaciones y conseguir un “acuerdo viable”, una “solución justa” después del referéndum. Pero esa solución implica aceptar muchas de las exigencias de la Troika, a cambio de una promesa de reestructuración de la deuda, presentando la aceptación de una austeridad ligeramente moderada como un duro enfrentamiento con los acreedores.
A su vez, la estrategia conciliadora que viene sosteniendo el gobierno en las negociaciones, mina desde adentro las posibilidades de un triunfo del “NO”, generando incertidumbre acerca de qué sucederá el día después.
La situación está muy polarizada. Aunque varias encuestas dan como ganador al “NO”, estaría acortándose su diferencia con el “SI” en los últimos días. El discurso televisivo de Tsipras intentó contrarrestar esta situación, pero los resultados del referéndum aún son inciertos.
NO al chantaje de la Troika, NO al pago de la deuda y los planes de ajuste
Para enfrentar la prepotencia de la Troika, es necesario decir NO al chantaje imperialista, pero también NO al pago de la deuda y a los planes de ajuste. Los trabajadores y el pueblo griego no pueden seguir cargando con la crisis de los capitalistas y que recaiga sobre sus espaldas el pago de la deuda para salvar la eurozona. Aunque tampoco es sostenible una salida del euro sin tomar medidas contra la ofensiva que seguramente desarrollará el capital, que incluirían la devaluación de la moneda y que se desate la inflación con consecuencias catastróficas para el nivel de vida de la clase trabajadora y los sectores populares, como sucedió en Argentina tras el default del 2001.
En definitiva, una salida favorable a los intereses de las mayorías sociales de Grecia no vendrá de las negociaciones “de palacio” con la Troika. La única salida realista pasa por desarrollar la movilización obrera y popular, romper definitivamente las negociaciones con la Troika, la UE y todos los memorándums, e imponer un plan de emergencia que empiece con el no pago de la deuda, la cancelación de todas las privatizaciones, la anulación de todos los impuestos indirectos a la población imponiendo impuestos al capital y a los ricos, para recuperar lo que perdieron los salarios y las pensiones, la reincorporación de todos los trabajadores despedidos y el fin de la austeridad.
En este marco la nacionalización de la banca sin indemnización y bajo control de los trabajadores, así como el establecimiento del monopolio del comercio exterior, son medidas elementales de autodefensa, para detener la fuga de capitales, evitar maniobras especulativas, terminar inmediatamente con el congelamiento de las cuentas (el “corralito”) que sufren los trabajadores, los jubilados y los pequeños ahorristas, y en su lugar descargar la crisis sobre los capitalistas, nacionales y extranjeros, que son los que provocaron y se beneficiaron todos estos años.
En estos días se están realizando movilizaciones en distintos países europeos en solidaridad con Grecia. Lograr que estas movilizaciones sean masivas es la mejor arma de solidaridad con el pueblo griego y para enfrentar la reaccionaria campaña imperialista a favor del “Si”. Las direcciones reformistas de los sindicatos y las nuevas formaciones políticas como Podemos, deben ponerse a la cabeza de convocar a estas manifestaciones y brindar su apoyo incondicional a los trabajadores y el pueblo griegos, empezando por exigir la cancelación unilateral de la deuda en sus propios países imperialistas.
Hoy más que nunca es necesario impulsar la movilización social y la solidaridad internacional.