Elsa, estudiante de París 1 y ex portavoz de la coordinación estudiantil en la lucha contra la reforma laboral analiza las características de la vanguardia juvenil francesa y los desafíos.

“La lucha de clases en Francia” se tituló la charla de cierre de la jornada del día viernes en la Escuela internacionalista de la Red Internacional de La Izquierda Diario en Europa. Con las intervenciones de Elsa, estudiante de París 1, Vincent Duse, delegado de CGT en la Peugeot Mulhouse y Juan Chingo por la dirección de la CCR se debatió sobre la situación francesa y las perspectivas para la juventud y los trabajadores. Reproducimos a continuación la intervención de Elsa.

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Toda la delegación francesa está muy contenta de estar en esta universidad de verano para compartir la experiencia de lucha de clases tan intensa que vivimos en los últimos cuatro meses en Francia. Sobre todo, en la medida en que era un gran desafío para una organización joven que se había formado en tiempos de paz.

Creo que es importante insistir que a partir del 9 de marzo surgió un movimiento desde el principio muy político que se basaba en un slogan que decía ‘valemos más que esto’”, más que la precariedad y la Ley de reforma laboral.

La juventud se rebeló rápidamente como uno de los actores principales, un sector que salió a luchar con mucha determinación. Fue una sorpresa importante para todos porque el estado del movimiento estudiantil no era muy bueno antes, desde el 2010 no pasaba nada, atravesamos fases políticas difíciles como el estado de emergencia, sin lograr movilizar ampliamente y nosotros mismo fuimos sorprendidos por este cambio importante.

Las primeras asambleas generales que se hicieron en las universidades, en París 1 y Parsi 8, reunieron a más de 500 personas, algo que nunca había visto hasta entonces.

Desde la CCR jugamos un rol importante en la preparación de la movilización, utilizando el llamado que surgió en las redes sociales y desde del NPA, llamando a una política de frente único para convertir el 9 de marzo en una fecha de verdadera movilización nacional, una convocatoria a la que se sumaron las organizaciones de la juventud, que exigieron que se sumaran las organizaciones sindicales. Esta fue la primera chispa del movimiento.

Intentamos desarrollar la autoorganización, con la propuesta de crear organizaciones regionales y estatales de coordinación. Para coordinar y darse un plan de batalla común de todas las universidades, para crear una dirección alternativa para el movimiento, para darle una dirección al movimiento cuando las direcciones reformistas decidieron frenarlo.

También pensamos en cómo desarrollar una política de exigencia a las direcciones sindicales, por ejemplo, propusimos votar que los estudiantes fueran al congreso de la CGT para interpelar a Philippe Martinez de la CGT para preguntarle por qué no llamaba a una huelga general indefinida.

Las coordinaciones nacionales de estudiantes y la autoorganización eran políticas fundamentales para construir el ‘todos juntos’ entre obreros y estudiantes.

La política de las direcciones sindicales fue tratar de impedir que la juventud y los trabajadores se encontrasen movilizados al mismo tiempo para golpear juntos. Durante toda la primera fase del movimiento, cuando la juventud estaba a la vanguardia, estábamos solos, porque la CGT solo llamaba a una fecha de movilización por mes, no llamaba a una huelga general indefinida y se lavaba las manos sobre la cuestión de la represión policial, cuando miles de estudiantes eran reprimidos en las calles.

La cuestión dela autoorganización fue algo por lo que militamos mucho y representó una experiencia política avanzada, aunque con límites, que se encarna en el hecho de que el movimiento nunca se masificó, siempre se limitó a una vanguardia amplia.

La segunda fase de la movilización se abrió a partir de mediados de abril, cuando la clase obrera entró en escena. Hubo huelga en varios lugares estratégicos, 7 refinerías, los trabajadores ferroviarios, los portuarios de Le Havre, los trabajadores dela recogida de basuras, etc.

En el momento en que salieron a luchar los trabajadores las universidades ya estaban entrando en receso, y el movimiento en la juventud retrocediendo. Aunque la bronca y la determinación se reavivó.

Lo que intentamos hacer a partir de las coordinaciones es desarrollar un programa de apoyo activo a las huelgas. Un ejemplo: hacia los trabajadores ferroviarios de algunas estaciones parisinas, lanzamos una campaña de apoyo tanto financiera con fondos de huelga, como un apoyo político y moral, estando presentes en los piquetes. Contra la propaganda mediática que decía que eran huelgas aisladas, mostrábamos que estaban apoyados por la juventud y los ferroviarios agradecían todo el apoyo. Con campañas entre los usuarios y acciones de solidaridad.

El movimiento dio lugar a una vanguardia muy militante y determinada, con comités de movilización muy numerosos, con muchas ideas, energía y elementos ideológicos radicales. Es toda una generación que rompe con el partido socialista y más aún, que alrededor de la cuestión de la represión hizo una experiencia política muy fuerte en las calles. Al igual que hizo la experiencia también por el 49.3, el decretazo de Hollande que le permitió imponer la reforma laboral saltándose al parlamento.

Esta nueva generación identificó claramente el giro bonapartista y liberticida del gobierno de Hollande y la naturaleza represiva de este estado. En pocas semanas cambiaron los slogans en las manifestaciones hasta terminaron diciendo “todo el mundo detesta a la policía”.

Había una aspiración fuerte para la construcción del “todos juntos”, una voluntad sincera de romper con el corporativismo.

Ha sido una experiencia que nos permite prepararnos para los nuevos ataques nos esperan en el futuro, porque esta reforma laboral es solo el comienzo de lo que pretende aplicar la burguesía. Y es un desafío reforzar los bastiones revolucionarios en este contexto.

Estamos en una época en Europa donde vemos el crecimiento de ideas reaccionarias, y la emergencia de una nueva vanguardia abre un nuevo ciclo de enfrentamientos. Pero pensamos que no debe terminar siendo capitalizado por organizaciones reformistas tipo Syriza o Podemos. Estas experiencias deben servirnos para preparar las próximas batallas siendo más numerosos, más determinadnos, más conscientes. Y esta universidad de verano cumple un papel fundamental para ese objetivo, intercambiar, criticarse, comprender, etc. para preparar las tareas en Europa como fracción trotskista.

Informe y edición: Josefina L. Martínez

Publicado por La Izquierda Diario

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