Después del golpe fallido se inició una purga en todos los órganos del estado. Además se declaró el estado de emergencia en todo el país. Con eso, el presidente turco Erdoğan busca el control completo sobre el Estado.

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Después de la capitulación de los golpistas, la situación política en Turquía se calentó. Erdoğan ataca por todos medios posibles. Su blanco no solo es el ejército, sino también las instituciones estatales y públicas, la prensa, el parlamento, la oposición parlamentaria, el pueblo y la clase obrera.

Un país en estado de emergencia

En la noche del miércoles 20, Erdoğan declaró el estado de emergencia después de una reunión especial del Concejo Nacional de Seguridad y del gabinete. Durará tres meses y se expande a todo el país. En una validación posterior el parlamento lo consagró con los votos del gobernante AKP y el ultra-nacionalista MHP.

El estado de emergencia otorga mayores facultades a la policía turca, como controles arbitrarios de departamentos, autos o mochilas y el uso de armas en manifestaciones. Incluso se pueden acortar o anular derechos básicos como la libertad de prensa. Aunque no atacarán los derechos humanos internacionales, el vice canciller Numan Kurtulmus anunció que se suspenderá la Convención Europea de Derechos Humanos.

El estado de emergencia otorga más derechos a los gobernadores. Desde ahora podrán prohibir manifestaciones y reuniones, declarar toques de queda y suspender las actividades de asociaciones y organizaciones. Incluso tendrán el control sobre el ejército, lo que se explica por el control directo que ejerce Erdoğan sobre los gobernadores. Al mismo tiempo sus seguidores están movilizados en las calles con desfiles de autos o manifestaciones violentas usando las mezquitas como aparatos de movilización y propaganda, lo que multiplica la campaña de odio contra todos los que no se pronunciaron contra el golpe.

Estas medidas ya causaron sus primeros efectos sobre la clase trabajadora. Hace 80 días, una subcontratista de una empresa de limpieza en Avcilar despidió a decenas de trabajadores porque armaron un sindicato. Ayer fue desalojado el acampe de lucha de los trabajadores bajo la excusa del estado de emergencia.

Estado de emergencia: Desde el norte de Kurdistán a Turquía

Ya antes de la declaración del estado de emergencia la vida en las regiones kurdas fue signada por el terror del estado turco: Masacres, detenciones masivas y toques de queda con la excusa de la «lucha contra el terrorismo» eran parte del día a día para la población kurda.

Esta ofensiva del gobierno turco fue parte del intento de derrotar a la resistencia kurda y mantener a Kurdistán como colonia interna. Aún así, los sucesos actuales significan más represión y menos derechos democráticos para los explotados y oprimidos.

El cerco de varias ciudades kurdas fue posible porque no hubo movimiento de protesta en el occidente del país – o por el chovinismo o el temor. El estado de emergencia en todo el país es posible porque la resistencia kurda contra Erdoğan no se expandió a la clase trabajadora turca. Por ende, la expansión del estado de emergencia a todo el territorio del estado turco se basa en la continuidad del mismo en las regiones kurdas.

La purga y la transformación del estado

Erdoğan planteó abiertamente la conexión entre el estado de emergencia y la purga en los órganos del estado: «Para erradicar todos los elementos involucrados en el intento de golpe es necesario en estado de emergencia».

Según el mismo presidente después del golpe fallido hubo 10.400 detenciones y arrestos de seguridad para 4.600 personas. Un tercio de la generalidad fue detenido por sospecha de participación en el golpe. En todas las instituciones hay una masiva ola de despidos y detenciones. La purga proclamada después del golpe fallido ya se ejecutó en muchas instituciones tales como el Ministerio presidencial, el Ministerio del Interior, el Ministerio de Educación, el servicio de inteligencia y el presidio de asuntos religiosos.

La purga más grande tuvo lugar en el Ministerio de Educación: más de 20 mil personas fueron despedidas y 21 mil profesores perdieron el permiso de trabajo. El concejo de educación superior declaró que un total de 1.577 decanos y rectores tenían que dimitir.

Así, más de 50 mil funcionarios fueron despedidos. Las vacaciones anuales de los funcionarios estatales fueron anulados y se prohibió la salida del país. Además, 24 estaciones de radio perdieron su licencia.

Se cerraron 35 instituciones del sistema de salud, 934 escuelas, 109 albergues estudiantiles, 104 fundaciones, 1.125 asociaciones, 15 universidades y 19 centrales sindicales. Según Erdoğan todos ellos estarían vinculados con Fethullah Gülen, un predicador exiliado en los EEUU y ex-aliado de Erdoğan. El movimiento Gülen aprovechó la colaboración con el gobierno del AKP durante una década para echar raíces en las instituciones estatales y públicas. Pero cuando estalló la crisis entre Erdoğan y Gülen, el movimiento publicó el «secreto» de la colaboración estrecha y de la corrupción del AKP. Desde entonces es calificada como Organización Terrorista Fethullaista (FETÖ). Los documentos recientemente publicados demuestran que el intento de golpe militar fue ejecutado en coalición con el movimiento Gülen.

Para obtener resultados favorables en su purga, Erdoğan necesita el estado de emergencia para así gobernar sin compromiso. Sus decretos entran directamente en vigor y ni siquiera pueden ser anulados por la corte suprema. En el caso de una purga «exitosa» (para Erdoğan) se debilitará una fracción reaccionaria de la clase dominante (movimiento Gülen) pero eso de ninguna forma es equivalente a una democratización del Estado. Al contrario, el resultado sería el fortalecimiento del régimen autocrático y antiobrero de Erdoğan.

Perspectivas

El estado de emergencia es un ataque especial a la clase trabajadora y los oprimidos. Los que sufren día a día del conflicto entre los fracciones de la clase dominante. En vez de tomar posición por uno de los bandos reaccionarios, es necesario avanzar hacia la movilización independiente contra el estado de emergencia y la bonapartización de Erdoğan.

En Francia, la clase obrera logró, a través de sus huelgas y acciones contundentes, salir a luchar a pesar del estado de emergencia vigente desde noviembre del año pasado. Es necesario un plan de acción para lograr la movilización masiva en la defensa de los derechos democráticos de kurdos, alevitos y los demás oprimidos que ataca la política antiobrera de Erdoğan y el gobierno. ¿Cuánto tiempo más podrá sostener Erdoğan la ofensiva bonapartista actual? La respuesta está en manos de la combatividad de la clase trabajadora y los oprimidos.

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