El Estado capitalista, ya sea en forma de dictadura, bajo el manto de una democracia parlamentaria o como en el caso del Estado español, una monarquía parlamentaria, siempre necesitó de un enemigo contra el cual justificar su política represiva y salvaguardar los intereses capitalistas. Si tal enemigo no existe, no le queda más remedio que inventarlo.
Un ejemplo práctico de esto es el intento de generar el sentimiento islamófobo por parte de los países imperialistas tras los atentados de Charlie Hebdo en París y extenderlo a toda la comunidad árabe musulmana.
Tanto el PP como el PSOE, sufren una profunda crisis de legitimidad. El Partido Popular -en el Gobierno desde 2012- lo está acusando más profundamente, producto de los ataques que dirige hacia la clase trabajadora y los sectores populares.
Desde 2011 con la emergencia del 15M, y en especial a partir de 2012, la juventud y los sectores populares empezaran a plantar cara a las políticas draconianas del Gobierno. Surgiendo cientos de luchas y movilizaciones contra los recortes, plataformas contra los desahucios, “mareas” contra la privatización de la sanidad, movilizaciones contra la reforma de la Ley del aborto, contra la Ley Wert o fenómenos populares como las luchas de Gamonal o Can Vies. Además de surgir luchas obreras de resitencia como la de los trabajadores de Panrico en Barcelona o Coca-Cola en Madrid.
El Gobierno del PP ha respondido intensificando la política de mano dura a través de las fuerzas policiales. Y reforzando una intensa campaña de persecución con la intención de reformar el código penal y dando vigencia a la Ley Mordaza que persigue a miles de luchadores y criminaliza las protestas por los derechos y libertades.
Históricamente el Gobierno “de turno” se ha hecho valer de la presencia de un enemigo real o ficticio. Un enemigo al cual a través de la maquinaria propagandistica del Estado, someterlo a ojos de la sociedad como algo a exterminar a cualquier precio.
Con la dictadura, Franco profundizó en la división de las “Dos Españas”, persiguiendo a todo aquel que no se adhiriera al Movimiento Nacional. La propaganda franquista ensalzó a Franco como el pionero en toda Europa en la lucha contra el comunismo, el gran enemigo a derrotar durante los años ’30 y las siguientes décadas para el capitalismo. Así, para salvaguardar los “cuarenta años de paz” que trajo el caudillo, quedaba justificada la sangrienta represión hacia todos los desafectos al Régimen.
Hoy y siempre, el principal temor para cualquier Estado capitalista es que la radicalización social se convierta en una auténtica lucha de clases y ponga en peligro los intereses del capital.
El PP hoy no tiene un enemigo interno a la altura al que pueda tratar de terrorista y justificar así la emergencia de la reforma del Código Penal o la entrada en vigor de la Ley Mordaza y toda la política represiva de los últimos años. Pese a todo, a principios de año el Gobierno del Estado español se subió desde el minuto 0 al carro de la unidad reaccionaria e islamófoba de los países imperialistas tras los atentados al diario satírico Charlie Hebdo en Francia.
Sin ir más lejos, durante el fin de semana pasado, en plenas vacaciones de Semana Santa, las fuerzas policiales llevaron adelante un operativo policial masivo, amparándose en el nivel de alerta 4 desde los atentados de Francia en enero pasado. Parando, identificando y deteniendo decenas de personas de origen árabe en las principales ciudades, lo que podría considerarse una autentica razzia.
Ciudades prácticamente militarizadas. Y toda una campaña de criminalización contra la juventud, a través de la persecución al movimiento libertario (nuevo enemigo), tras la Operación Pandora. Decenas de jóvenes acusados de estar integrados en los GAC -Grupos Anarquistas Coordinados- han sido detenidos y puestos en régimen de prisión provisional en las principales ciudades del Estado español, presentando a ojos del pueblo a estos grupos como el enemigo por el cual justificar las políticas “de seguridad” reaccionarias del Estado tras la llamada Operación Piñata.
La ejemplificación que supone los tres años de prisión para ocho jóvenes del 15M que se manifestaron en la masiva concentración delante del Parlament de Cataluña en 2011, el montaje policial contra Alfon, un joven activista que participo de una Huelga General en 2012, o las operaciones “jaque” y “mate” contra el entorno abertzale, entre otras, giran también en el sentido de crear o recuperar viejos enemigos con los que justificar las políticas reaccionarias del PP.
Sin embargo, hoy los esfuerzos del Gobierno de justificar la política de mano dura mediante la “fabricación” de enemigos que requieran de dicha política reaccionaria, no está penetrando en el conjunto de la sociedad.
En la actual situación de crisis y miseria, los sectores populares con la clase trabajadora y la juventud al frente están empezando a ver a través de su propia experiencia cómo el Gobierno y el Régimen capitalista del ’78 es el único enemigo que a la vez que ejecuta las políticas de austeridad, recorta en derechos y libertades y aplica prisión hacia tantos luchadores.