Que la huelga de Panrico dejó muchas lecciones, es incuestionable. Pero hay una de ellas que quisiera rescatar como elemento vital para la clase obrera actual, que es que cuestionó a su dirección, a la burocracia sindical de CCOO. El gran obstáculo con el que choca la clase trabajadora cuando sale a luchar contra grandes patronales y la complicidad de los gobiernos.
Que la huelga de Panrico dejó muchas lecciones, es incuestionable. Pero hay una de ellas que quisiera rescatar como elemento vital para la clase obrera actual, que es que cuestionó a su dirección, a la burocracia sindical de CCOO. El gran obstáculo con el que choca la clase trabajadora cuando sale a luchar contra grandes patronales y la complicidad de los Gobiernos.
Y el gran reto para la izquierda política y sindical: ayudar a recuperar los sindicatos para la lucha y la organización disputando la dirección a la burocracia sindical, en una lucha por sindicatos democráticos, combativos y de base, independientes del Estado y los partidos de los patrones.
Por tanto: 1. Las obreras y los obreros de Panrico cuestionaron la pasividad de la burocracia sindical, abriendo así la posibilidad de que se puedan dar luchas duras y combativas en sectores con mejores condiciones laborales. 2. Demostraron que la confianza en las direcciones sindicales tradicionales no es eterna. 3. Crearon métodos y dieron grandes pasos en la auto-organización. 4. De este modo, con el apoyo de algunos pequeños grupos de izquierda que brindamos desde el comienzo nuestra solidaridad, rescataron tradiciones históricas de la clase obrera, olvidadas por las direcciones sindicales: caja de resistencia, los piquetes, la búsqueda de solidaridad y difusión del conflicto. 5. La búsqueda de coordinación con otras luchas obreras, intentando romper el «cerco sanitario» de los comités dirigidos por CCOO. Un ejemplo de ello fue la coordinación con los trabajadores de Coca-Cola Fuenlabrada.
Me animo a escribir este artículo en primera persona, ajeno al método periodístico tal vez, pero el hecho es que fui parte de las formaciones de izquierda que estuvieron desde el primer minuto junto a las obreras y los obreros de Panrico, por tanto mi análisis parte de una experiencia, que sigue viva para los sectores de la clase trabajadora que sale a luchar.
Junto a mis compañeras y compañeros veníamos siguiendo el conflicto de Panrico desde la huelga del 2012. Me acuerdo que cuando nos acercamos a la puerta de la fábrica esa vez, la huelga había sido desconvocada por el Comité de Empresa. Aquel engaño fue clave para que en la huelga de 2013 los trabajadores empezaran a estar alertas a las maniobras de los dirigentes del comité de empresa.
Con la noticia de la huelga del 2013, volvimos a ir y esta vez sí había comenzado. No había casi nadie apoyando esa noche, sólo nosotros Clase contra Clase, CUO y el SUT. Tampoco había medios de prensa y nosotros íbamos filmando todo, como fue con el primer piquete reprimido por los Mossos. Ese día, lunes, no pudieron pasar los esquiroles pero el viernes nos encerraron a todos para sacar la maquinaria. A las dos horas llegaron los medios y nos pidieron las grabaciones de todo.
No ha sido un hecho menor la participación de los agrupamientos de izquierda y anticapitalistas tanto políticos como sindicales, que vienen cuestionando hace años el rol criminal que la burocracia sindical viene jugando.
Algunas de las últimas huelgas importantes, esas que «hacen historia» como la de Panrico o la de Movistar en la primavera de este año, no se atreverían a llevar adelante huelgas tan largas, enfrentando a las direcciones sindicales, si no fuese por el apoyo de las organizaciones de izquierda o alternativas, sociales, políticas y sindicales.
Pero este aporte «de afuera» no fue forzado. No ha sido impuesto por unos pocos iluminados que «lavaban el coco» a los trabajadores. Decenas de entrevistas, testimonios o debates en las asambleas dan cuenta de las experiencias previas que fueron viviendo los trabajadores y las trabajadoras de Panrico con las direcciones de CCOO y UGT. Experiencias que se fueron acumulando y que se concentraron como una escuela acelerada de ocho meses de huelga que llevaron adelante solos, abandonados por la dirección del Comité de empresa, en una lucha contra gigantes: empresa y Generalitat.
La auto-organización y las asambleas decisorias
Para auto-organizarse, los trabajadores formaron comités de trabajo donde intercambiaban ideas y tareas para hacer. Además se había formado un comité de apoyo del que participábamos mientras ayudábamos en esos comités de trabajo. Para nuestra organización era muy importante, y así se lo propusimos y ayudamos a que fuera, que los «comités» se unificaran entre ellos, con el objetivo de que se pongan al frente de la dirección de la huelga, y pudieran cumplir una alternativa de dirección de la misma.
Todo esto fue clave para la organización de la huelga. Porque el presidente y vice- presidente del comité de empresa, ambos de CCOO, no tomaban tareas a favor de la huelga y al principio ni participaban, después venían a ver si podían controlarlo pero los trabajadores impedían todas sus maniobras.
CCOO dejó aislada la huelga desde el primer día. Todas las actividades, y sobre todo la caja de resistencia, quedó en manos de los trabajadores y sus comités de trabajo, con un gran soporte del comité de apoyo. En sus reuniones se discutían propuestas concretas de apoyo pero también sobre cómo marchaba la huelga y las maniobras de empresa, patronal y burocracia sindical. Servía de espacio de discusión y preparación para poder derrotar todos los palos en la rueda que la dirección del comité de empresa fue poniendo durante los 8 meses de huelga.
Por otro lado, los trabajadores tenían asambleas cuando las llamaba el comité de empresa, dirigido un núcleo muy burocrático que intentaba todo el tiempo bloquear la huelga. Pero había otro sector del comité —no de la dirección—que respondía a favor de toda una gran mayoría de trabajadores y trabajadoras decididos a continuar la huelga hasta conseguir sus demandas, que limitaban mucho el accionar de la dirección del comité de empresa en las asambleas para liquidar la huelga.
Las acciones más importantes se votaban en las asambleas, que eran abiertas a las organizaciones, y que se convirtieron producto de la presión de la mayoría de los huelguistas, en asambleas decisorias y no sólo espacios donde la burocracia sindical daba sus informes.
Los límites de la huelga. La responsabilidad de la izquierda
Durante esos ocho meses de huelga, las batallas vividas en las asambleas, en los piquetes, en el comité de apoyo y en el comité de huelga pude ver claramente que los obreros y las obreras de Panrico dieron todo de si y que toda su energía y voluntad tenían en el objetivo de triunfar.
Hicieron una experiencias contra la «Santa Alianza»: burocracia, patronal y principales instituciones del Régimen, cuya unidad reaccionaria contra la huelga ha sido total; lo que la convirtió en un conflicto político y muy duro desde las primeras semanas.
Toca reflexionar sobre las lecciones y responsabilidades de las corrientes de izquierda, tanto políticas como sindicales, a la hora de ayudar a superar los límites de estos trabajadores que salían a luchar por primera vez en décadas. Veamos algunas lecciones:
1. El hecho de que salgan a luchar sectores de la industria donde CCOO y UGT tiene peso en los comités de empresa, cuestionó los planteamientos sectarios de buena parte de la izquierda sindical hacia «los obreros de CCOO y UGT», afiliados la mayoría de la fábrica de Panrico.
2. Contra el escepticismo de las corrientes de izquierda hacia la clase obrera como sujeto de cambio, y la idea de su «falta de conciencia» o «voluntad de lucha», la huelga de Panrico demostró la enorme capacidad de la clase trabajadora a la hora de luchar. Y a pesar de décadas de pasividad y de que la inexperiencia es una debilidad importante, estos factores en ningún caso constituyen un obstáculo absoluto.
3. Esta huelga contó con un activismo de más de un centenar de huelguistas cuya organización y confianza en sus propias fuerzas crecieron en la lucha contra las maniobras de la burocracia.
4. Sin embargo la poca experiencia sindical previa al conflicto, mantuvo durante mucho tiempo una lógica de “presión desde abajo” en la mayoría de los trabajadores que si bien fue suficiente para desmantelar las maniobras más abiertas de la burocracia, no logró impedir que está mantuviese el control sobre la orientación más general del conflicto.
5. En este marco la burocracia logró imponer una paz social por medio de un discurso del miedo. Pérfidamente quiso confundir las acciones contundentes y dirigidas a transformar el conflicto en un conflicto político contra la Generalitat, con acciones «descolgadas o ultras». Reorientó, con el acuerdo práctico de algunas organizaciones del comité de apoyo, todo el plan de lucha a acciones simbólicas y presión institucional y parlamentarias moderadas que ayudaron a mantener la «paz social» que impuso la burocracia. Esta paz social llevó a un impasse a la huelga que hacía ver como única salida la vía judicial.
6. Sin embargo la clave para obtener una victoria (ya fuese por la vía judicial o cualquier otra) era la transformación de la huelga en un gran combate político. Un sector de los trabajadores mantuvo constantemente iniciativas e intentos para que la lucha se convirtiera en un problema político sobre todo por medio de su difusión social y los intentos de coordinarse con otras luchas obreras.
7. La ausencia de la «fuerza militante» de las corrientes políticas de izquierda en todo su arco, ha debilitado el soporte a la huelga. Comenzando por la de más peso, en ese momento con dos diputados en el Parlament de parte de la izquierda independentista, las CUP, donde además se integraron la mayoría de las corrientes de la extrema izquierda. Estas corrientes han dado un apoyo exclusivamente simbólico, con declaraciones y «performance de apoyo» en el Parlament —incluso de forma tardía—, pero sin ninguna fuerza militante que ayudara a los obreros y a las obreras a dar el combate político contra la Generalitat, en las calles, en la huelga misma.
Y aquí me quiero detener en una conclusión fundamental sobre la responsabilidad de la izquierda: 8. La ausencia de experiencia del activismo se vio agravado por la casi ausencia del conflicto de otras centrales del sindicalismo alternativo que podrían haber aportado una experiencia obrera que diera confianza a los trabajadores para pelear por un cambio de dirección de la huelga (Comité de empresa y de huelga).
9. Los intentos de constituir una dirección obrera alternativa a los dirigentes de la burocracia sindical se llevaron adelante con un retraso importante y sin que los sectores que más se habían destacado en la pelea contra la burocracia durante la huelga tuvieran apenas presencia en el nuevo comité de huelga que se propuso casi al final del conflicto y de manera poco organizada. Esto facilitó que la misma dirección alternativa terminase absorbida por la política de la vieja dirección cuando la huelga entró en su etapa más crítica. En esta situación es que la burocracia de CCOO logró ganar para su posición de levantar la huelga a todos los miembros del nuevo y viejo comité de huelga salvo una honrosa excepción, un obrero que había estado en los comités de la caja de resistencia y los piquetes de la noche.
10. Lo ocurrido en las semanas posteriores a la desconvocatoria de la huelga demostró que ésta fortaleció la posición de la empresa para tratar de imponer la peor derrota posible. Pero aún así, un sector significativo del activismo mantuvo una hoja de ruta para sostener la lucha contra los despidos, el recorte salarial y el ERTE, vinculándola también a la revocación del comité de huelga y el agrupamiento de los trabajadores despedidos para dar en común esta pelea.
Una huelga que nos deja un gran aprendizaje entre aciertos y errores. Pero la lección fundamental, estratégica, es que una vez que la clase trabajadora sale a luchar y va creando una voluntad de triunfar, como en Panrico o en Movistar, la dirección de su lucha es fundamental.
Para la izquierda anticapitalista, revolucionaria, no basta con «ir a apoyar las luchas obreras», como una lucha más entre tantas de hoy en día. Se trata de dar aportes para el surgimiento de una clase obrera combativa, que pueda disputar la dirección a los burócratas sindicales de CCOO y UGT, que hicieron de los sindicatos meros aparatos burocratizados, alejados de las bases y destinados a pactar los peores retrocesos históricos.
Una clase obrera combativa que se proponga «revolucionar», “reinventar de abajo hacia arriba” y recuperar los sindicatos para la lucha y la organización del conjunto de la clase trabajadora. Porque no es sólo el problema de los actuales dirigentes, sino de todo el modelo sindical, por lo que necesitamos sindicatos democráticos, combativos y de base, independientes del Estado y los partidos de los patrones, contra un sindicalismo subordinado a los capitalistas.