Pablo Iglesias sorprendió ayer en el Congreso con la presentación de su propuesta para un gobierno de coalición con el partido socialista. Entre diferentes exigencias con difícil acuerdo, una insalvable; el referéndum catalán. ¿Mirando a nuevas elecciones o táctica de máximos en la negociación?

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Foto: EFE

El PSOE recibió ayer por la mañana la contraoferta de la formación de Pablo Iglesias para conformar un gobierno en coalición, un texto que propone “correcciones urgentes” a las estructuras del Estado y define con precisión el nuevo organigrama gubernamental y los puestos que la formación morada ocuparía en este nuevo escenario.

El texto señala que, bajo el mando de la vicepresidencia que ocuparía el propio Iglesias, se encontrarían nada más y nada menos que el CNI, el CIS y el BOE. El texto presentado por Iglesias, junto a Carolina Bescansa y Nacho Álvarez, recoge también la creación del “famoso” Ministerio de Plurinacionalidad y una batería de medidas en materia económica dirigidas a, por un lado, atacar la corrupción, y por otro, la creación de empleo “justo y digno”.

Dejemos ahora de lado que el remitente de estas propuestas es nada menos que al Partido Socialista, pilar del Régimen, artífice del rescate bancario, propulsor de una reforma laboral que dejó a 5 millones de trabajadores en el paro y no menos corrupto que el putrefacto Partido Popular.

En las casi 100 hojas de documento queda patente que Podemos busca afinar su discurso en tres ejes: cuestión territorial, agenda social y segunda Transición. Se encuentran en el texto varios aspectos que presumiblemente pueden ser puntos de encuentro entre Pablo Iglesias y Pedro Sánchez. El giro a derecha de Podemos le ha llevado a confeccionar un programa político limítrofe en muchos aspectos con el de los socialistas. No obstante, en el documento existe un punto que se levanta como un muro aparentemente insalvable entre ambas formaciones: el referéndum en Catalunya.

Esta propuesta, presentada como irrenunciable por el equipo de Podemos en el Congreso, es un capítulo más en los zig-zags de Podemos en su búsqueda de ocupar asientos en el nuevo gobierno.

Si hace un mes el referéndum catalán era una “línea roja”, poco después ya no lo era tanto, para volver ahora con fuerza como una medida insalvable. Lo que no ha variado es que en la perspectiva política de Iglesias el derecho a decidir sigue estando subordinado a los mecanismos constitucionales del ’78. Pero la propuesta de Podemos podría ser, nuevamente, una táctica de máximos para iniciar el proceso de negociación con el listón alto.

La mayor parte de la prensa presenta la medida, incluida en la propuesta de Podemos, como un escollo insalvable para un posible acuerdo con el PSOE que derivaría inevitablemente en nuevas elecciones. Pero esta situación, a priori, no necesariamente favorece a Podemos. Y mucho menos si la imposibilidad de un gobierno que impida la continuidad del PP en el Gobierno se debe a que Podemos no cede en una reivindicación que buena parte de su base electoral de la España profunda (no así en Catalunya, Galicia o el País Vasco) considera secundario.

La propuesta de gobierno de Podemos para negociar con el PSOE tiene todos los ingredientes de un nuevo un zig (o ya sería un zag) motorizado por las ansias de Iglesias de iniciar una experiencia directa en el poder político.

Porque no sólo el referéndum catalán era ayer una línea roja, para después ser una reivindicación “negociable”. También se empezó reclamando un “proceso constituyente”, para terminar emplazando al PSOE a impulsar una “segunda Transición” por arriba. La semana pasada Podemos exigía al Partido Socialista que rompiera las negociaciones con Ciudadanos, hoy aceptaría un apoyo en forma de abstención.

El Partido Socialista ya ha dado una primera respuesta a las ínfulas podemitas. El portavoz del Partido Socialista en el Congreso, Antonio Hernando, ha contestado frente a la propuesta de Pablo Iglesias que el PSOE la ha recibido “con perplejidad, preocupación y decepción a la comparecencia del señor [Pablo] Iglesias”, y ha añadido que “una vez más, el señor Iglesias demuestra que no sabe ni dónde está ni qué papel le corresponde». A estas palabras de rechazo, el PSOE suma otro mensaje a Podemos. Tras tres reuniones, el Partido Socialista e IU han llegado a un acuerdo de investidura de “gran trascendencia”.

Porque no olvidemos que Izquierda Unida, a pesar de su debilidad (con sólo dos diputados), viene jugando a la delantera del alcahuetismo político al PSOE. El propio Alberto Garzón se ha puesto el sayo de “mediador” y ha animado a Pablo Iglesias y a los suyos a que levanten el veto a negociar con los socialistas si éstos se sientan con Ciudadanos -pedido que ya parece haber calado en Podemos-, a la vez que ha remarcado que no se puede estar siempre como “perro y gato”. Una orientación que no pocas crisis le está trayendo a la formación. Este fin de semana decenas de militantes, dirigentes y cargos electos de la coalición se han reunido en Zamora para sumar fuerzas en torno a un proyecto opuesto al que lidera el diputado Alberto Garzón.

En este día de anuncios de acuerdo y propuestas, también se ha conocido que el debate de investidura será el próximo 2 de marzo, dejando la primera votación para el día 3 de marzo, y una segunda para el día 5 de marzo. En caso de no alcanzarse acuerdo ninguno, las elecciones anticipadas serían, aproximadamente, para finales de junio.

Las fichas se siguen moviendo en un tablero político fragmentado. Frente a este difícil encaje las formaciones a la izquierda del Partido Socialista, como Podemos e IU, no encuentran mayores soluciones que oportunismo y rebajas programáticas, buscando ser parte de los andamios para la reconstrucción de un Régimen del ‘78 profundamente resquebrajado.

La necesidad de construir desde ahora una alternativa política anticapitalista y de independencia de clase se torna una tarea cada vez más imprescindible.

 

Publicado por Ivan Borvba

Iván Borvba | @Ivan_Borvba :: Barcelona

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