A dos años de la irrupción del proceso de autodeterminación catalán, ante el impasse en la movilización impuesto por los partidos del Régimen y tras la aparición de fenómenos reformistas como Podemos, es necesario abrir un balance y debates de estrategias sobre uno de los problemas políticos irresueltos más agudos del Régimen español.

El año del tricentenario concluía con el proceso catalán en un importante impasse después de movilizaciones como la Diada del 2012, cuando más de un millón de personas salieron a la calle a favor del derecho a la autodeterminación. Una demostración de fuerzas que se repitió en la de 2013 y se superó en 2014 con más de 1,8 millones de manifestantes. La última jornada ha sido la consulta del 9-N que, a pesar de las trabas jurídicas y amenazas del Gobierno del PP, el número de votantes se acercó a los dos últimos referéndums —Constitución europea y Estatut— y a las elecciones europeas de mayo de 2014.

Sin embargo hoy este proceso está en un impasse desde el punto de vista de la movilización por el derecho a decidir de la población catalana en todas sus formas. El Gobierno catalán de CiU y con la colaboración de ERC, se ha apropiado de las grandes movilizaciones, históricas, las de los ‘dos millones’ en las calles, en nombre de una independencia que jamás será efectiva en manos del partido que llevó adelante históricos recortes en Sanidad y Educación.

Artur Mas se propuso utilizar el resultado del 9-N para imponer su hoja de ruta: la constitución de un bloque soberanista que gane unas elecciones plebiscitarias, forme un gobierno de unidad que pase los planes de ajuste de su agenda y abra una negociación con el Estado central en la que se intercambie el derecho de autodeterminación por alguna cuota mayor de auto-gobierno. Tanto Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) como la Candidatura d’Unitat Popular (CUP) consideraron que después del 9-N el pueblo de Cataluña ya se ha pronunciado y que hay que avanzar en la proclamación de independencia y la constitución de un nuevo Estado.

Sin embargo, esta hoja de ruta viene fracasando. A dos años de la irrupción de este profundo proceso, tras la aparición de fenómenos reformistas como Podemos y ante el impasse o desvío del proceso por Artur Mas, es necesario continuar profundizando el debate[1] y hacer un balance de estrategias[2].

La ‘mano extendida a Artur Mas’: el proceso catalán y su dirección

Desde estas páginas hemos alertado contra los peligros y consecuencias[3] de un proceso encabezado por un frente soberanista de la izquierda independentista con «la mano extendida a Artur Mas y CiU», que haría imposible llevar a cabo un proceso que de por sí implica una ruptura con el Régimen del 78.[4]

David Fernández, principal referente y diputado de la CUP, respondía así a las críticas al famoso abrazo con Artur Mas después del 9-N, «en la defensa del 9N –como en el acuerdo de diciembre de 2013– efectivamente, el ‘consenso para poner urnas’ iba desde la CUP hasta la Unió de Duran Lleida. Contradictorio claro está. Tanto como innegable. Pero cabría decir ¿por y para qué? Pues para poner urnas, que no está nada mal, y para retornar la voz a la ciudadanía: algo por lo que la izquierda independentista lucha desde 1968».[5]

Nadie que luche por el derecho a decidir del pueblo catalán se negaría a defender la consulta del 9N[6] ante el durísimo ataque del Gobierno, las amenazas del Tribunal Constitucional. Sin embargo, el grave error, que también supimos alertar [7], desde el «acuerdo de 2013» hasta hoy es no delimitar «el proceso catalán» de gran parte de la «dirección» del mismo. Y llegado el 9N[8] Artur Mas fue quien impuso su agenda[9], totalmente contraria a la agenda de la movilización social de las clases trabajadoras y populares.

Como afirma David Fernández, el abrazo fue un hecho «estrictamente personal, en un contexto muy determinado y con algún condicionante (si repasáis las crisis, en un momento dado sólo CUP y Mas -que no toda CiU- se volcaron en el 9N) en un marco de abierto desafío al Estado».

Sin embargo, CiU y Mas jamás se plantearían un «abierto desafío al Estado» ni mucho menos una ruptura; sólo posible con la movilización de los sectores populares y la clase trabajadora. Este escenario aterra a las grandes fortunas de Cataluña que no ven rentable ni la Independencia ni el derecho a decidir.

La estrategia de un frente nacional con los partidos de la burguesía catalana enemiga del derecho a la autodeterminación, no es una «simple contradicción», es un grave error estratégico que David Fernández insiste en volver a cometer: «Pero sí, no escurrimos ninguna responsabilidad: lo dijimos en noviembre de 2012. ‘Mano extendida por la autodeterminación a nuestro pueblo'».

Mientras tanto, nacen nuevas mediaciones como Podemos que buscan una «regeneración democrática» que lejos están de una ruptura revolucionaria con el Régimen y la clase política capitalista. Y en la cuestión catalana es donde más se asemeja a la ‘casta bipartidista’ que niega el derecho democrático a que las nacionalidades ejerzan por sí mismas el “derecho a decidir», supeditándolo a una decisión que debe ser debatida «entre todos»[10].

Pablo Iglesias critica a la CUP por quedar atrapada a la “casta de Mas y Ciu”. Pero Podemos queda, ante la negación de este derecho democrático elemental, atrapado por la casta PP-PSOE.

Podemos y la cuestión catalana

Cuando Podemos irrumpió en Catalunya en su primer acto de campaña, inmediatamente se delimitó de las corrientes independentistas tras las declaraciones de Gemma Ubasart, diciendo, «Podemos, no somos ni unionistas ni independentistas, somos demócratas». A su vez, Pablo Iglesias sentenció «Os prometo una cosa. A mí no me veréis darme un abrazo ni con Rajoy ni con Mas». Pablo Iglesias quiso así golpear en la principal contradicción de la izquierda catalana.

Sin embargo, el «no somos de derecha» acercó a Podemos a la estrategia del PSOE, como pudimos ver en las declaraciones de Juan Carlos Monedero días antes de la consulta del 9N, ante la pregunta de si votaría a favor de que Catalunya tenga su propio Estado, respondió, «Yo creo que hay que construir una España federal, que ha de estar constituida por Estados».

Planteada así, sin fundamentos ni fórmulas concretas, ni los sujetos políticos motores de la misma, no se diferencia del PSOE cuyos representantes proponen una ‘España federal’ contra la ‘unidad contra la independencia’ e ‘inmovilismo contra ninguna reforma respecto a la autonomía de Catalunya’ del PP. Los socialistas proponen una “reforma de la constitución por una España Federal” y una “tercera vía” entre Cataluña y el Gobierno central. Lo que no se diferencia de un eventual gobierno de Podemos que «tienda puentes» a Catalunya, como propone Iglesias.

Podemos se pronunció tibiamente por el derecho a la autodeterminación en Catalunya, supeditándolo a un ‘proceso constituyente’ —salido de las próximas elecciones generales— de todo el Estado español que ‘decida todo entre todos’, y entre otras cosas, la ‘cuestión territorial’ aunque no como una prioridad. Ante la consulta del 9-N no se posicionó contra el brutal ataque del centralismo españolista; por omisión, se han ubicado del lado del centralismo españolista.

Para Podemos la soberanía reside en el conjunto de la población del Estado Español también en cuanto a decidir la relación entre Catalunya y el Estado. Y por tanto, la autodeterminación no es un derecho democrático que las nacionalidades puedan ejercer por sí mismas. Y sobre todo, para Podemos no es una cuestión para nada primordial a resolver en Catalunya.

Clase hegemónica y alianza de clases: definiciones huérfanas de estrategia

Un famoso artículo, «Pablo Iglesias o el nuevo Lerroux» [11], critica la comparación que han hecho varios analistas del líder de Podemos con Alejandro Lerroux, lo cual es considerado un insulto en Catalunya ya que hace referencia a toda forma de populismo anticatalán y españolista con carisma entre las clases populares. El mismo artículo reivindica el famoso discurso de Iglesias del primer acto en Barcelona, cuando Podemos se dirigió al «cinturón rojo»: «Lo cierto es que Pablo (…) no hablaba para el público de las CUP, no hablaba para los segmentos activistas, ni para el independentismo de izquierdas, ni para ningún sector de lo que podríamos llamar la ‘sociedad civil catalana’, sino para otro mucho más grande y hasta hace poco invisibilizado. (…) De repente el olvidado cinturón rojo de Barcelona ha cobrado fuerza política».

Sin embargo, lejos está Podemos de organizar a la clase trabajadora catalana. Era la carrera electoral en Catalunya la que empujaba a ese demagógico discurso, para ganar el viejo electorado del PSC (Partido Socialista de Cataluña): el llamado «cinturón rojo», los sectores de la clase obrera industrial.

David Fernández, en respuesta escribe otro artículo, Esperando a Godot,[12] y abre un abanico de debates. Uno de ellos es, precisamente, contra los argumentos de Podemos que, para negar el proceso catalán o colocarlo en último orden de sus prioridades, identifica al proceso con «oligarquía independentista».

Al respecto, David Fernández acertadamente responde: «Una caracterización-ridiculización-reducción de la cuestión nacional catalana a un mero ‘invento de la burguesía’. Tópicos y típicos que, indirecta e involuntariamente, se acercan a algunas de las tesis del nacionalismo de Estado (español) y que ahondan en algunas dificultades severas para leer lo plurinacional, plurilingüístico y pluricultural, reduciéndolo todo a un mero folclore de que siempre damos ‘la brasa’ con lo cultural, aunque Wert anuncie que viene a ‘españolizarnos’».

Más allá del cruce entre Iglesias y Fernández, se trata de un gran debate entre la CUP y la izquierda sobre cómo llevar adelante este proceso democrático tan profundo. El «drama» es que no están lo suficientemente delimitados los sujetos políticos «dirigentes» de este proceso y el sistema de alianzas de clase. Esta falta de definiciones hace que el camino con el cual asumir el proceso de autodeterminación de Catalunya quede «huérfano de estrategia». Una orfandad que Artur Mas supo asumir.

No es desacertado cuando Fernández responde que el proceso catalán es transversal y heterogéneo en su composición social: «Élites y proceso y hegemonías. Contraleed a las élites catalanas porque la ecuación que equipara burguesía a proceso no aguanta algodón alguno. Siendo el proceso transversal –algunas franjas de clase alta, abultada “clase media” y destacada incorporación de clases populares– quién más se opone hoy a él –ahora y aquí– es La Caixa, La Vanguardia y Fomento Nacional del Trabajo, entre otras grandes patronales.» También es cierto que como gran fenómeno democrático, es muy complejo y sobre todo «en un marco de recentralización españolista obvia».

Sin embargo, es necesario delimitar claramente cuál es la clase que debe ejercer su hegemonía sobre esa «transversalidad». Y esta falta de delimitación hace que el proyecto de la CUP careza de una estrategia efectiva para que el proceso catalán pueda llevar a lo que Fernández llama «ruptura constituyente y recuperación de la plena libertad política».

Es acertado también afirmar, contra Podemos, que este «proceso no es igual a CiU». Pero es imposible que «El proceso catalán, en sí mismo» lleve a una «ruptura», casi inevitable tras el propio discurrir del proceso, si lo dejamos en manos de la dirección de CiU. Otro gran error es afirmar que el proceso «opta por un vía de camino propio, unilateral, al margen del Estado…». No. Ni este proceso ni ningún otro puede evitar la actuación del Estado y sus partidos, siempre al servicio y custodia de la clase que le da de beber: la clase burguesa, capitalista, que no admite ninguna «transversalidad» más que para expropiar la fuerza de trabajo bajo todas sus formas de explotación y opresión sobre las clases trabajadoras y populares.

«Élites y proceso y hegemonías», dice Fernández. Proceso multiclasista y popular, dirección y alianzas de clases, traducido el debate en otros términos. Que sea un proceso heterogéneo en el que actúan diversas clases y sectores sociales, no quiere decir que su dirección también deba ser «heterogénea» en el que «izquierda y derecha» dirijan juntos bajo un bloque soberanista común.

Las demandas democráticas y la lucha por la transformación revolucionaria

La izquierda y la derecha plantean estrategias opuestas: CUP y la izquierda en bloque es anticapitalista y pretende ligar las demandas democráticas —Derecho de Autodeterminación—con las demandas sociales. CiU y Artur Mas, además de ser capitalista es el liquidador por excelencias de las demandas sociales básicas y de cualquier proceso democrático en Cataluña.

Por un lado, la CUP habla de «decidirlo todo también: desde nuestro esquema catalán de lucha por la autodeterminación, entendida como la plena recuperación de la soberanía política». Y por el otro, como una etapa separada, habla de enfrentarse a un «Estado demofóbico–, económica –frente a los mercados globales– y popular –frente a las élites cleptómanas.» Pero ni siquiera se llegará a la “primera etapa” bajo la dirección de CiU.

El gran drama está en abandonar una «estrategia de clase» en la lucha por la autodeterminación, separando a esta o como una «etapa anterior» a la estrategia contra el poder económico y político capitalista. Este abandono deja un vacío fácil de apropiar por las direcciones burguesas. CiU y sus políticos capitalistas actúan constantemente para ello, desde el ESTADO y haciendo demagogia para sacar tajada en su relación de fuerzas con el Régimen centralista español.[13]

Es necesario unificar la lucha democrática radical con la de transformación social. Desde Clase contra Clase, como venimos planteando desde 2012[14], creemos que es imprescindible construir una alternativa de independencia de clase que luche por imponer el derecho a decidir y un programa para que la crisis la paguen los capitalistas.

Sobre esa «profundísima crisis de las izquierdas» y su lejanía con la clase obrera

Lo cierto es que la CUP no ha creado lazos hacia el «cinturón rojo». Tal vez a ello se refiera David Fernández cuando dice: «Otra cosa es –respecto a las clases populares, precarios y excluídos– la pasividad, lejanía y crisis de lo político, tras tres décadas de CT [contratos temporales], una estrategia densa del poder para debilitar y despolitizarnos y una profundísima crisis de las izquierdas, aún hoy irresuelta.»

Encontramos en esta respuesta un honesto reconocimiento de la «lejanía» con este sector, no sólo de la CUP sino de las izquierdas en «profundísimas crisis». Todo un debate sobre una realidad que se convierte en un verdadero drama. Una tragedia que tiene consecuencias a veces irreversibles para la continuidad y potencialidad de procesos tan profundos como el que está ocurriendo hoy en Catalunya.

La dispersión de fuerzas y el desgaste al que puede llevar que la izquierda no plantee una estrategia de clase contundente, que se plantee como alternativa contra todas las direcciones reformistas y en el caso de Catalunya demagógicas como CiU e incluso ERC, no es un problema menor. También Podemos está absorbiendo a la izquierda de manera acelerada, con grupos como Revolta Global (Izquierda Anticapitalista en Catalunya) que han disuelto su organización.

En Catalunya, lo dramático es que después de dos años con la misma política, la CUP no sólo no se autocritica sino que reafirma la misma estrategia, «En lo del abrazo», dice, «… fue un gesto humano y como ya dije 24 horas después: disculpas políticas a los compas que piensen que fue en error, pero sin pedir perdón por ser como soy. No podría. (…) Pero sí, no escurrimos ninguna responsabilidad: lo dijimos en noviembre de 2012. “Mano extendida por la autodeterminación a nuestro pueblo”.

Luego es más fácil echar culpas de la «despolitización» y «lejanía» con el proceso catalán de la clase trabajadora. Sin embargo la izquierda independentista como la CUP, han espantando a la clase obrera extendiendo la mano a quienes ejecutan despidos y recortes.

Más grande aún es la responsabilidad con las corrientes que se reivindican revolucionarias, como En Lucha o Lucha Internacionalista, que hoy forman parte acríticamente de la Candidatura de Ruptura del Ayuntamiento de Barcelona, «CUP Capgirem Barcelona» que se propone: «Impulsar un proyecto municipalista que trabaje por los barrios (y su gente) y no a la inversa. (…) que, ante el contexto -social, político y económico- actual, también comparten la necesidad y la voluntad de promover una confluencia entre movimientos, luchas y ciudadanía no organizada.»[15] También Corriente Roja, con quienes hemos debatido sobre la cuestión catalana y el marxismo[16], anunció ser parte de candidaturas junto a la CUP, como la «Candidatura Por la ruptura» de manera totalmente acrítica.

No es que la clase obrera se alejó de la izquierda solamente producto de las derrotas. También la izquierda se alejó de la clase obrera, asimilando las derrotas y cambiando (abandonando) la estrategia de la revolución por el escepticismo «de hacer lo posible». Y entonces, ¿la gran huelga, histórica, de Panrico? [17] Abandonada a su suerte también, porque la mayoría de las corrientes de izquierda y sobre todo independentista no «hizo nada», porque hacer declaraciones de vez en cuando y escribir alguna nota en los periódicos y webs no es hacer nada para una huelga que se enfrentó a gigantes durante ocho meses. Es que claudicar en la estrategia tiene consecuencias prácticas.

La orfandad estratégica, léase «falta de estrategia de clase» de la izquierda, ha dejado abandonada a su suerte a la clase trabajadora, derrotada y mil veces traicionada por las direcciones sindicales burocráticas «mil veces más» traidoras. Imbuidas en el lenguaje superfluo de «clase trabajadora es cosa del pasado», de lo viejo, y que lo ¿nuevo? es la ciudadanía mezclada con movimientos sociales falsamente desideologizados, precariado que no es clase obrera; entre otras superficialidades ambiguas.

Por un bloque anticapitalista por la ruptura revolucionaria contra el Régimen del 78′

La izquierda que aún aboga por la revolución tiene la responsabilidad de tomar las riendas de la estrategia de clase; si no, no merece autodenominarse revolucionaria. A no ser que insista en querer cometer los mismos errores que en la llamada «Transición Democrática» en la que la lucha por la «ruptura democrática» fue en detrimento de la «ruptura revolucionaria».

Esto acabó en una «transición pactada» que hoy los hilos de continuidad dentro de las instituciones de esta democracia para ricos nos hace pagar: los mismos jueces, personajes y leyes represivas del franquismo. Y la Constitución del 78 que para Podemos «tuvo algunas cosas  buenas» pero sin embargo para la población catalana se tradujo en el Artículo 2 que dictaba: «La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.»

Así quedaba anulado el «derecho de autodeterminación» y a cambio se establecieron diferentes niveles de autonomía a las regiones y nacionalidades del Estado español, bajo una «Monarquía Parlamentaria» pactada por los principales partidos nacionalistas de la burguesía como el PNV (Partido Nacionalista Vasco) CiU (Convergencia y Unión) el PSOE y hasta el legalizado PCE.

Dos años de graves errores. Dos años que desde estas páginas venimos alertándolos y desde nuestras humildes fuerzas llamando a la izquierda independentista y anticapitalista a romper el marco jurídico del 78′ e imponer un programa anticapitalista apostando decididamente por la movilización social independiente de la clase trabajadora y sectores populares de Catalunya, buscar la alianza con los del resto del Estado que quieren enfrentar el Régimen del 78 y mantener una independencia política total de la burguesía catalana y sus representantes políticos[18].

Sólo una estrategia así puede poner en pie una verdadera alternativa a la hoja de ruta de Mas para conquistar el derecho a decidir y construir una Catalunya para el 99%. Y así soldar la unidad en la lucha con los sectores populares del resto del Estado español que ven con justo recelo la alianza con los amigos del clan de los Pujol, y abrir el camino a que la lucha a un lado y el otro del Ebro no sea contenida y desviada por un proceso constituyente controlado que vuelva a dejar en el tintero las grandes demandas democráticas y sociales.

 

NOTAS:

[1] Cynthia Lub, Podemos, la izquierda independentista y la cuestión catalana (Parte I y II), La Izquierda Diario, 15/01/2015.

[2] Clase contra Clase, Debates en la izquierda catalana. Derecho a decidir: entre la negación, la unidad nacional y la necesidad de una estrategia de independencia de clase., contracorriente.org, 12/01/2015.

[3] Declaración Clase contra Clase ante la aprobación de la resolución por el derecho a decidir en el Parlament de Catalunya: ¿Es posible conquistar el derecho de autodeterminación junto a la burguesía catalana?, contracorriente.org, 29/01/2013

[4] Santiago Lupe, ¿Aliados u obstáculos para conquistar el derecho de autodeterminación?, contracorriente.org, 17/10/2013.

[5] David Fernández, Esperando a Godot, madrilonia.org, 12/2014

[6] Declaración de Clase contra Clase antes de la consulta del 9-N: Hay que imponer la consulta del 9N con la movilización, contracorriente.org, 8/01/2015.

[7] Declaración Clase contra Clase: Defender la consulta contra el españolismo sin el menor apoyo político al frente nacional encabezado por Mas, contracorriente.org, 16/12/2013

[8] Declaración de Clase contra Clase después de la consulta del 9-N: Luchar por un proceso constituyente sobre las ruinas del Régimen del 78, contracorriente.org, 11/01/2015.

[9] Santiago Lupe, ¿Y después del 9-N qué?, La Izquierda Diario, 11/11/2014.

[10] Cynthia Lub, Podemos y la cuestión nacional de Catalunya, 29/11/2014.

[11] Nuria Alabao, Emmmanuel Rodríguez, Pablo Iglesias o el nuevo Lerroux, eldiario.es, 22/12/2014.

[12] David Fernández, Op.Cit.

[13] Santiago Lupe, Debate con las CUP-AE ¿Cuál es el socialismo por el que lucha las CUP-AE?, contracorriente.org, 29/01/2013.

[14] Suplemento especial Clase contra Clase; El retorno de la cuestión nacional catalana, contracorriente.org, 29/09/2012.

[15] CUP Capgirem Barcelona. La Candidatura de Ruptura a l’Ayuntamiento de Barcelona, barcelona.cup.cat, 02/2015.

[16] Guillermo Ferrari, Polémica con Corriente Roja Sobre la cuestión nacional catalana y el marxismo, contracorriente.org, 14/10/2013

[17] Clase contra Clase, Huelga de Panrico. Aportes para un balance de una huelga heroica, Suplemento especial Contracorriente, 22/7/2014.

[18] Declaración Clase contra Clase: A un año de la histórica Diada de 2012: El derecho a la autodeterminación será sobre las ruinas el Régimen del 78’… o no será, contracorriente.org, 8/9/2013.

 

Publicado por Cynthia Lub

Cynthia Lub | @LubCynthia :: Barcelona

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