El 18 y 19 de octubre se realiza la Asamblea Ciudadana de Podemos. En este encuentro presencial se presentan propuestas de documentos que luego serán votados por los más de 130.000 inscriptos online al nuevo partido. Podemos atraviesa su período de constitución con múltiples debates internos y el surgimiento de sectores críticos frente al liderado por Pablo Iglesias.
Hace unos días, invitado a un mitin de Syriza en Grecia, Pablo Iglesias aseguró que si no se votaba su proyecto organizativo se iba de Podemos. Se refería a la votación que se realizará en los próximos días, en lo que para muchos sonó como un chantaje y una amenaza hacia los sectores que presentan “documentos alternativos”. Tanto que muchos lo compararon con el famoso “o se acepta o me voy” de Felipe González, para imponer que el PSOE renunciara al marxismo en 1979.
La cuestión del “modelo organizativo” y la posibilidad de presentarse o no con la “marca Podemos” a las elecciones municipales del 2015 son los dos temas que concentran la mayor parte de los debates.
Con la apertura del periodo asambleario, se presentaron 98 propuestas de documentos de “principios organizativos”, 70 de “principios políticos”, 85 de “principios éticos” y más de 100 resoluciones. Los documentos debían estar avalados por un círculo y ser representados por un equipo de 5 personas.
Pablo Iglesias y su equipo (Iñigo Errejón, Juan Carlos Monedero, Carolina Bescansa y Luis Alegre) presentaron una propuesta de documentos, llamada “Claro que podemos”, a la que han sumado enmiendas de diferentes equipos.
Esta propuesta, especialmente la de “principios organizativos”, provocó una lluvia de críticas de integrantes de distintos círculos, quienes cuestionan que el modelo de Iglesias establece un método “centralista”, “plebiscitario” y “antidemocrático”.
Finalmente surgieron varios documentos organizativos alternativos, entre los cuales el que ha concitado mayor atención es el llamado “Sumando Podemos”, producto de la fusión de una treintena de equipos. Entre los principales impulsores del documento se hallan 3 de los 5 eurodiputados de Podemos, Pablo Echenique, Teresa Rodríguez -militante de Izquierda Anticapitalista- y Lola Sanchez.
La cuestión organizativa: participación y representación
“Claro que Podemos” (Iglesias) y “Sumando Podemos” (Echenique-Rodríguez) son las dos posturas más influyentes sobre el modelo de organización.
Iglesias quiere una dirección centralizada, con un único portavoz que a su vez propone la lista para integrar el organismo de dirección. Este modelo, además de concentrar la dirección en el núcleo afín a Pablo Iglesias, tiene fuertes rasgos plebiscitarios, ya que las decisiones más importantes se someten a la votación de las 130.000 personas inscriptas por internet, sobre las cuales la influencia “mediática” de Pablo Iglesias es imbatible.
Por su parte, el documento “Sumando podemos”, plantea un sistema de portavoces un poco más plural (3 en vez de 1), una elección del “Consejo Ciudadano” (una suerte de Comité Central) por candidaturas individuales y otorga más peso a los “Círculos”, considerados como “unidad organizativa y participativa básica”.
Recientemente Iglesias incorporó a su “propuesta de principios éticos” una cláusula que prohíbe que los cargos dirigentes de Podemos sean ocupados por personas que tengan militancia en otra organización. A partir de esto se abrió un debate sobre la “doble militancia”, en lo que aparece como una provocación directa hacia los militantes de Izquierda Anticapitalista (IA). La dirección de IA estuvo implicada directamente en el lanzamiento de Podemos junto con Iglesias, pero con el tiempo (y el éxito del nuevo partido) las relaciones tendieron a erosionarse. A su vez, la cláusula implica un ataque a todas aquellas personas que participan en Podemos y provienen de otras organizaciones.
El equipo de Iglesias ha planteado que su modelo viene a ofrecer una superación de la “vieja política”, porque pone por delante la “participación de la ciudadanía”, los que “no tienen tiempo para participar de los círculos”. Se contrapone así la “militancia” en los círculos a la “participación ciudadana virtual”.
Pero detrás de una retórica que se presenta como “una nueva forma democrática de hacer política”, en los hechos la propuesta resulta un sistema cuasi plebiscitario, que pondera la relación entre el líder mediático y las votaciones por internet de cualquier “ciudadano” que se inscriba como afiliado, milite o no activamente en la organización.
La “nueva” forma de partido que propone Iglesias para Podemos se corresponde con la “vieja” estrategia de llegar al poder por la vía parlamentaria. Evidentemente, si como afirma Iglesias cada vez que puede, la clave “para llegar al poder” no pasa por la movilización sino por ganar elecciones, entonces no hace falta un partido de militantes, sino tan sólo un auditorio de posibles votantes.
La propuesta que aparece como la principal alternativa organizativa al modelo de Iglesias, “Sumando Podemos”, trata de recoger algo del espíritu asambleario del 15M y una estructura organizativa más democrática. Sin embargo, adolece de un límite fundamental, al no estar relacionada directamente con una perspectiva política alternativa al planteo de Iglesias.
La cuestión político-estratégica: “ruptura democrática” y “gobierno de la gente”
La “cuestión organizativa” ha acaparado en gran medida los debates de las últimas semanas, mientras la “cuestión política” (el programa y la estrategia) ha tenido menos incidencia.
El debate político se ha centrado en la decisión táctica sobre si presentarse o no a las elecciones municipales de mayo del 2015 con la “marca Podemos”. Mientras Iglesias y su equipo proponen no concurrir masivamente a estas elecciones como Podemos para no “quemar la marca”, muchos círculos territoriales quieren hacerlo igualmente. La postura de Iglesias está determinada por dos elementos. Por un lado, el temor a que los círculos territoriales se llenen de arribistas y que el mínimo caso de corrupción pueda “manchar” el nombre de Podemos. Un peligro que no debería despreciarse, ciertamente. Por otro lado, según dicen muchos integrantes de los círculos, es también una forma de “poner límites” a otros sectores internos que podrían fortalecerse si ganan elecciones, obtienen concejales, figuras públicas, etc.
Sin embargo, la cuestión de presentarse o no las municipales está bastante huérfana de un debate político más profundo. Porque es justamente la cuestión estratégica la que menos se ha puesto en discusión dentro de Podemos.
El extenso documento político de Iglesias y su equipo perfila su estrategia política. En una infografía que busca sintetizar sus principales ideas, ubica como sus “señas de identidad” el “empoderamiento popular”, la “participación”, la “transparencia” y “el control democrático”, a la vez que sostiene que es necesario un “proyecto político integral” para “acabar con la corrupción y echar a la casta”, “democratizar el país” y “recuperar nuestra soberanía”, para conquistar un “gobierno de la gente”.
La lógica general de la propuesta política de Iglesias está teñida de inmediatismo: “el momento es ahora”, repite incansablemente el documento. “Es ahora, en el momento de la descomposición, cuando Podemos puede ser una palanca que subvierta las posiciones dadas, hoy más bien flotante y frágiles los equilibrios e identificaciones, y llegue al Gobierno postulando un discurso de excepción para una situación de excepción: todo se cae, lo viejo ha perdido la confianza y la vergüenza, que se vayan todos, hace falta un gobierno nuevo al servicio de la gente; Podemos es esa fuerza, por capacidad, honestidad y voluntad.”
Entre los variados documentos políticos alternativos que se han presentado, ha ganado repercusión “Construyendo pueblo”, impulsado por varios círculos de Madrid y dirigentes de Izquierda Anticapitalista, como Raúl Camargo.
Este documento le otorga mucha importancia a la necesidad de presentarse a las municipales. Además, intenta diferenciarse del presentado por Iglesias, al hacer más hincapié en la perspectiva de la llamada “ruptura democrática” y la movilización social, o defendiendo abiertamente el derecho a la autodeterminación, cuestión crucial sobre la que el sector de Iglesias procura no pronunciarse.
Sin embargo, la estrategia de la “ruptura democrática” (o “revolución democrática”) que postulan, resulta no ser tan distinta de la que sostienen Iglesias y Monedero.
Ambos sectores comparten la perspectiva ilusoria de que es posible “ir conquistando democracia” evolutivamente, a través un largo período constituyente. Ambos documentos hacen alusión a la vaga idea de la “unidad popular”, sin delimitar qué contenido de clase tendría tal unidad, dejando indefinido el carácter de la transformación social que hace falta en el Estado español, y sobretodo, qué fuerzas sociales podrían llevarlo a cabo. Las grandes preguntas del qué, el cómo y quién, sólo se responden con definiciones abstractas.
Tanto para el documento de Iglesias, como para el documento “Construyendo pueblo” que se presenta como alternativo, el “sujeto” social del “cambio político y la “ruptura democrática” es “la gente” (o el “pueblo”), que busca retomar la “soberanía popular”, la lucha por “la democracia y la justicia social”, por la articulación de la “unidad popular”, etc. Una perspectiva que para Iglesias no es “ni de derechas ni de izquierdas”, una polémica definición que el documento que pretende ser una alternativa, no cuestiona. De hecho, el único pasaje en el que nombra a la “izquierda”, es para decir que Podemos no es “la mera suma corrientes de izquierda”.
En definitiva, ambas perspectivas confluyen en la idea de que es posible avanzar hacia una “democracia real” dentro de los marcos del capitalismo y la extensión de la democracia liberal y tienen un denominador común en diluir el papel de los trabajadores, sin siquiera nombrarlos o haciendo menciones marginales, en un nuevo “bloque histórico” sobre el cual no se definen sus límites de clase. Como hemos dicho en otro artículo, esto no puede más que dejar abierta la puerta a alianzas con sectores de la burguesía “nacional” mediana o pequeña.
Existen algunas voces que plantean una perspectiva diferente para Podemos, estableciendo la necesidad de interpelar a la clase trabajadora como el sujeto de una transformación radical de las bases sociales y económicas del Estado español. Esta perspectiva, sin embargo, es muy minoritaria dentro de Podemos.
Las deliberaciones y el resultado de la elección de documentos en la Asamblea de este fin de semana, así como el devenir de los debates en los próximos meses, puede que tienda a clarificar un poco más los debates estratégicos que se están dando de Podemos.
Aunque, en última instancia, será la dinámica que tome la lucha de clases la que ponga verdaderamente los puntos sobre las íes en los debates en curso.