El martes 30 de junio, Iñigo Errejón daba a conocer el nuevo reglamento para las primarias de Podemos a las elecciones generales. Un sistema plebiscitario y blindado que establece un férreo control por parte de la dirección y que ha suscitado múltiples críticas internas.
A poco de andar la joven formación, la dirección de Podemos, encabezada por Pablo Iglesias e Iñigo Errejón, apostó por la construcción de un partido fuertemente centralizado, presidencialista, que fomenta la imagen del líder y la toma de decisiones «por arriba» en detrimento de la participación y militancia desde la base.
Con el anuncio esta semana del nuevo reglamento de primarias internas, el “grupo de Somosaguas” –como se lo conoce por provenir sus principales cuadros de la Universidad Complutense de Madrid- ha profundizado todavía más en la construcción de este modelo de organización, hecho que ha suscitado un auténtico revuelo desde las bases y órganos de dirección intermedios, muchos de los cuales apoyaban hasta ahora a la dirección de Podemos.
Unas primarias diseñadas para garantizar el triunfo de Pablo Iglesias
El proceso de primarias comenzó el pasado viernes 3 de julio. Hasta el 8 de julio los candidatos deberán recoger los avales para presentar sus listas, que se harán públicas el 13 de julio. La campaña será del 17 al 22, los mismos días en los que los simpatizantes están llamados a votar, culminando finalmente el día 24 con la presentación de los resultados. Un proceso acelerado (algunos lo llamaron “delirante”), destinado a prevenir un posible adelanto electoral, según indica la dirección de Podemos. Pero a su vez, una manera de evitar que los sectores críticos, sin el apoyo del aparato y los recursos de Podemos, tengan tiempo de oponerse y presentar alguna alternativa. En las votaciones se elegirán a los candidatos a ocupar sillas en el Congreso de los Diputados, a los que opten al Senado y la cabeza de lista por separado.
El reglamento recoge algunas de las prácticas burocráticas de anteriores primarias en Podemos, como las llamadas «listas plancha», una metodología que beneficia a la lista más votada y claramente favorece a las candidaturas oficialistas. Pero también incluye nuevas sorpresas, como la elección por circunscripción única para los candidatos, siendo la circunscripción provincial el sistema seguido en las elecciones generales. Una fórmula que, se teme, prive de una representación territorial adecuada.
Ante esto la dirección de Podemos ha establecido dos criterios de corrección de las listas finales: por cuestión de género y territorialidad, con «especial atención en las nacionalidades», según asegura Íñigo Errejón. Además, se han reservado algunas plazas para la inclusión de candidatos de otros partidos o colectivos sociales, una forma negociada «por arriba» de dar salida a la demanda de una amplia confluencia de colectivos y organizaciones, algo que los líderes de la formación morada siempre han rechazado por considerarlo «una sopa de siglas», aunque su principal argumento es alejarse de una imagen izquierdista «perdedora» contra la que atizaba Pablo Iglesias en una reciente entrevista.
“Rebelión interna”
El reglamento para las primarias fue aprobado por mayoría el pasado sábado en el Consejo Ciudadano Estatal-máximo órgano de dirección de Podemos-, con la única oposición de Teresa Rodríguez que votó en contra y Pablo Echenique que se abstuvo. Ambos presentaron conjuntamente un documento organizativo alternativo en la Asamblea fundacional de Vistalegre.
Es un hecho que la cuestión organizativa ha resultado ser uno de los principales motivos de enfrentamiento de las bases con la dirección de Podemos prácticamente desde sus inicios. En ese sentido, el rechazo manifestado desde diversos círculos, así como algunos consejos ciudadanos provinciales y autonómicos, por lo que consideran una «falta de democracia interna», no se ha hecho esperar.
El pasado fin de semana se realizaron varios encuentros de círculos críticos con la orientación de la dirección. En Valencia, Entre Tots Podem y Abriendo Podemos Valencia realizaron un encuentro para debatir sobre la “unidad popular” y la deriva de Podemos. La corriente Abriendo Podemos hizo público recientemente el manifiesto crítico «Por unas primarias más justas», pidiendo más apertura en la organización. Con un espíritu político más crítico, el encuentro «desde abajo PODEMOS», reunió en Madrid a activistas de Andalucía desde Abajo, Podemos Trabajadorxs y sectores de Bases Podemos, provenientes de distintos puntos del Estado (Andalucía, Segovia, Toledo, Madrid, Barcelona), en el que debatieron sobre a dónde va Podemos y la necesidad de avanzar en acordar en común un programa anticapitalista y de ruptura con el régimen. Acordaron sacar un comunicado a lo largo de los próximos días con las principales resoluciones del Encuentro.
Las críticas también se han sucedido desde diversos órganos de dirección provinciales y autonómicos, es el caso de consejos ciudadanos como el de Madrid, Galicia, Baleares, Asturias, Aragón o Euskadi, muchos de los cuales rechazaron explícitamente el sistema de Primarias resuelto por la dirección estatal. También, diversas figuras públicas de Podemos han atacado el sistema de primarias, como el líder territorial de Aragón, Pablo Echenique, o la secretaria general de Podemos en Córdoba, Juana Guerrero, así como el antiguo número tres de la organización Juan Carlos Monedero, que ha declarado que las primarias deben «sumar y emocionar». Emmanuel Rodríguez, quien integró la lista de Podemos a la Comunidad de Madrid, ha declarado a través de un artículo que el reglamento de primarias permitiría “un mayor control por parte del aparato y un diseño de confluencia a través de pactos por arriba”. Algunos sectores críticos incluso ya están amenazando con impulsar un boicot abierto a las primarias.
Por su parte, Teresa Rodríguez encabeza una iniciativa para presentar un recurso de enmienda para evitar la circunscripción única desde el consejo autonómico de Podemos Andalucía. La líder andaluza, perteneciente a Anticapitalistas (asociación antecesora de Izquierda Anticapitalista, antes de disolverse dentro de Podemos), ha reclamado «descentralización y más autonomía» contra el modelo de circunscripción única. Ha evitado, no obstante, tomar posición con respecto al sistema de las «listas plancha», uno de los aspectos que más críticas despierta entre las bases de Podemos; una metodología que ella misma empleó en las primarias andaluzas pactando una lista conjunta con el equipo de Pablo Iglesias.
La justificación de la cúpula de Podemos no se hizo esperar. En la tarde del miércoles, el secretario de Organización de Podemos, Sergio Pascual, defendió el reglamento de primarias aprobado por la dirección porque según él es el mejor sistema para alcanzar el “objetivo político” de formar un equipo con “visión de Estado” para ser alternativa de Gobierno. «Entendemos que el grupo de personas que esté en el Congreso va a enfrentar una tarea de ámbito estatal, y no sólo representará intereses de sus provincias», aseguró en declaraciones a Europa Press.
No obstante, la mayor parte de las críticas que han sustentado esta “rebelión” en el seno de la organización se limitan a cuestiones organizativas. Fueron muy pocas las voces contrarias al festival de pactos que Podemos hizo con el PSOE después de las elecciones municipales y autonómicas, favoreciendo a la “casta” socialista contra la derecha del PP.
Solo en algunos casos se plantean críticas profundas a la estrategia y el programa reformista de Pablo Iglesias y la cúpula de Podemos. Es el caso del encuentro «desde abajo PODEMOS», donde una de las ponencias sostenía que “el debate de “todos detrás de PODEMOS” vs. “unidad popular”, no es un debate de programa, ni de estrategia, ni de cómo podemos imponer las demandas de los abajo enfrentando a los poderes reales del capitalismo español y europeo. Tanto la dirección de PODEMOS como la de Izquierda Unida defienden un programa de tibias reformas, en una lógica de gestión posible del Estado capitalista y respeto absoluto por las “instituciones democráticas”, donde lo electoral es el elemento central del “cambio”.
Como alternativa, se planteaba la necesidad de que surja “una voz independiente, desde los trabajadores, desde la juventud, desde las asambleas”, que promueva un programa por el No pago de la deuda, la nacionalización de la banca y las empresas clave, la prohibición de los despidos, el reparto de las horas de trabajo sin perjuicio salarial, la revocabilidad de los cargos políticos por parte de los electores y la limitación de sus salarios al de una profesora o un trabajador cualificado, la democratización de los sindicatos y la convocatoria a una “Asamblea Constituyente en la que se pueda discutir y resolver todas las grandes demandas democráticas y sociales pendientes”, entre otras medidas.
¿Hacia el fin de la ilusión?
Desde los inicios de la joven formación, la cúpula de Podemos ha intentado por todos los medios ejercer un control férreo sobre la organización, limitando enormemente el poder y capacidad de las bases, al tiempo que se rodeaba de un discurso pomposo y vacío de «recuperación y revitalización de la democracia». Desde la defenestración unilateral del manifiesto fundacional «Mover Ficha», pasando por la conformación de un Equipo Técnico que en los hechos tomó la dirección de facto de partido previo a su Asamblea fundacional, la decisión de presentar en bloque los documentos en Vistalegre (cambiando en el último momento las reglas de la votación), las «listas plancha» y los «dedazos» en las primarias autonómicas y provinciales, hasta acusaciones de pucherazo con el sistema de voto informático, etc. Ese ha sido el camino que ahora culmina en el nuevo reglamento blindado para las primarias a las elecciones generales. Un proceder que se ha saldado con un importante vaciamiento de los círculos y una cada vez menor participación de los afiliados en los referéndums y demás votaciones internas que se han venido realizando, además de unos resultados mediocres en los comicios autonómicos.
Muchas de los críticos internos de Podemos esperaban que los resultados de las autonómicas, unido al éxito de las candidaturas de “Ahora Madrid” y “Barcelona en Comú”, propiciaran un cambio en la actitud y orientación de la dirección de PODEMOS y, en ese sentido, se han ido multiplicando las voces tanto internas como externas que piden reproducir a escala estatal la fórmula de las candidaturas ciudadanas de “unidad popular”. Pero la realidad finalmente se ha impuesto por la vía más lógica: hubiera resultado paradójico que, en su proceso de elección “más importante”, Iglesias y la dirección de Podemos dejaran algún resquicio que les impidiera tener un control absoluto del proceso de elección de candidatos y de su giro al “centro del tablero político”.
Lo cierto es que la extrema burocratización de Podemos, representa una línea coherente con la cúpula de la organización, su proyecto, su programa y su estrategia. El intento de ocupar la centralidad del tablero político (esto es, el centro) y aparecer como alternativa «seria y responsable» de gobierno, requiere de la dirección de PODEMOS la negociación y seducción de sectores poderosos de las instituciones y del capital -véase sus acercamientos a grandes empresarios y banqueros, con los popes del PSOE, o sus guiños a la corona, la Iglesia y las fuerzas armadas y policiales– cuyos intereses chocan frontalmente con los de las clases populares, principal fuente de votos y de militancia de Podemos. Por ello, Pablo Iglesias y su equipo no pueden permitirse una autentica politización y autoorganización de sus bases, así como el incremento de la movilización social, que sobrepase su propio proyecto, la cual han despreciado públicamente.
El problema de esta estrategia, respetuosa con el establishment y las instituciones, son las limitaciones insalvables que su propia concepción le impone, e incapacita toda posibilidad de alcanzar todas las demandas y derechos perdidos o por conquistar. Ejemplo de ello tenemos en los “ensayos” que están suponiendo los gobiernos de “Ahora Madrid” y “Barcelona en Comú”, los cuales a escasos días de gobierno ya acumulan varias renuncias al programa y concesiones a los banqueros y grandes empresarios. En el caso de Podemos -que se había constituido como una alternativa todavía más moderada a las candidaturas municipalistas- su papel ha quedado reducido a facilitar gobiernos de un PSOE recientemente rehabilitado de la denominación de “casta”.
Por tanto, toda crítica consecuente con el modelo organizativo de la dirección también debe cuestionar necesariamente su programa y su estrategia. Una de las principales debilidades de todo conato de construir una corriente opositora en el seno de Podemos, ha sido justamente la limitación a una mera crítica organizativa que, en última instancia, suponía la aceptación indiscutible del liderazgo de Pablo Iglesias y su política.
Visto lo visto, cualquier intento de democratización de la organización no tiene futuro si no se cambia de cuajo su perspectiva política y se pone la lucha de clases en el centro del debate. O dicho en otras palabras, si no se rompe con la estrategia de regeneración democrática del régimen y se plantea una perspectiva que se centre en el desarrollo de la movilización obrera y popular en un sentido anticapitalista y de ruptura con el régimen establecido.