No hay día en que no “aparezca” algún nuevo caso de corrupción. Miembros del Gobierno, del PP y el PSOE están involucrados en la gran mayoría. Incluso algunos intocables como la familia del Rey o del Clan Pujol se encuentran ahora bajo investigación. En Catalunya Convergència i Unió tiene la sede embargada. Militantes de Izquierda Unida y dirigentes de algunos sindicatos han utilizado las “tarjetas opacas”. Grandes empresarios y banqueros, incluso jueces se benefician de las arcas públicas. Policías y ministros. No hay poder del estado que quede libre de sospechas.
Ante esta avalancha de casos que salen a la luz, el Presidente Rajoy tuvo que pedir disculpas y anunció una batería de medidas para luchar contra las “manzanas podridas”. El Gobierno y el nuevo Monarca hablan de “regenerar la democracia”.
Sin embargo, es el mismo Gobierno quien acaba de decretar el “tercer grado” a Jaume Matas, contra los informes de la Junta de la cárcel de Segovia. Es decir, que a los corruptos se les premia. Se les premia con el dinero que se llevaron y no vuelve. Se les premia con procesos judiciales que duran años y años. Se les premia con impunidad en la gran mayoría de los casos. Y, por último, se les vuelve a premiar. Pero, ¿qué es lo que se premia exactamente?
No es una manzana podrida, es el ADN del sistema
Cuando se habla de corrupción, se habla del mal uso o el abuso del poder público para beneficio personal y privado. Sin embargo, esta definición presupone que la administración pública es de todos y por lo tanto, quien lo use para beneficios personales o de un reducido grupo es un corrupto, un vendido, etc.
Pero lo que vemos es que la corrupción es más bien generalizada, no son unas pocas manzanas podridas. Esto implica que “el abuso del poder público” es la regla. No sería un abuso, sino el uso acostumbrado. No importa que gobiernen dirigentes de diferentes colores políticos “esa costumbre” se mantiene por años. No solo se mantiene, sino que se protege y se premia.
La financiación de los partidos políticos es un excelente ejemplo de esto. El caso mal llamado “Bárcenas” en realidad debería ser el caso de “cómo se financia el PP”. En la contabilidad “B” se anotaban todas las “donaciones” que grandes empresarios, banqueros y constructoras hacían al partido que creó las condiciones básicas del gran pelotazo urbanístico. Lo que los empresarios pagaban eran los servicios prestados por estos dirigentes políticos, unas comisiones. La connivencia entre las cúpulas dirigentes y los grandes empresarios es evidente. Todas las instituciones del Estado de derecho “participan” de múltiples formas.
Muchas veces escuchamos a los grandes dirigentes políticos hablar del respeto al “Estado de derecho” como base de la democracia. Pero, ¿qué es ese “Estado de derecho”? Sintéticamente, son las instituciones políticas del estado y las leyes que le sostienen. Veamos cómo obran éstas ante la corrupción.
Por ejemplo, la justicia. En el caso de Pujol y de Millet, en los cuales se cuenta con confesiones firmadas por ellos, aún no hay condena ni nadie en prisión. En el caso Bárcenas y Gurtel llevan años y años de instrucción y no se sabe cuándo acabará. Sin embargo, la “justicia”ordena desahucios inmediatos contra quienes no pueden seguir pagando la hipoteca.
Otra de las instituciones del “Estado de derecho” es el Gobierno. En el caso de la hermana del Rey, la fiscalía ha actuado como si fuera su defensa. El mismo Gobierno ha indultado a varios dirigentes del PP y de CiU condenados por corrupción. También ha indultado a empresarios y Mossos d’Esquadra. También Zapatero, quien concedió el indulto a quien fuera la mano derecha del fallecido Emilio Botín, Alfredo Sáenz (el quinto banquero mejor pagado).
El Parlamento también pone su granito de arena. Lo hace votando leyes realmente regresivas. Los diputados del PP y el PSOE se unieron rápidamente para votar el cambio de la híper reaccionaria Constitución del 78 que garantiza a los acreedores cobrar antes que cualquier ciudadano. Otro botón de muestra fue cuando el PP y el PSOE votaron los fueros al “Rey saliente” Juan Carlos I para evitar que le lluevan varios juicios pendientes.
Es decir, que las instituciones del Estado de derecho premian a los corruptos. Se podría decir que es un “Estado de derecho para los ricos”.
La corrupción es sistémica
La conclusión es que todas las instituciones de esta democracia para ricos están al servicio de los grandes empresarios. Por lo tanto, no es posible hablar de dirigentes corruptos. Sino de dirigentes que están al servicio de las grandes empresas, bancos y multinacionales. Solo el corpus teórico desarrollado por Marx y Engels y profundizado por Lenin y Trotsky da una explicación claro del rol del Estado en la sociedad de clases. Marx indicaba claramente cuál es el rol del Gobierno en la democracia para ricos: “el gobierno del estado no es más que la junta que administra los negocios comunes de la clase burguesa”. Y como resultado de sus acciones, estos dirigentes cobran por sus “gestiones”.
El Estado o la administración pública no se alzan entre las clases beligerantes para beneficiar a todos, sino para beneficiar a los grandes propietarios de las industrias, tierras y servicios. Así se entiende que los recortes de los sucesivos gobiernos de Zapatero y Rajoy recaigan sobre la sanidad, la educación y los sueldos de los funcionarios públicos. Así se entiende que los diferentes partidos políticos de éste reaccionario régimen busquen ampararse en algún sector de los grandes empresarios. En fin, así se entiende que la “corrupción” es en realidad el ADN del sistema.