Podemos convoca este 25M manifestaciones contra la “trama”. La necesidad de un programa democrático radical y anticapitalista para acabar con ella.
De la “casta” a la “trama”, el nacimiento de un nuevo “significante vacío”.
Desde su surgimiento hasta el 20D Podemos hizo bandera de la lucha contra la “casta”. El odio contra los políticos del Régimen del 78, sintetizado en el “no nos representan” del 15M, fue condensado en este concepto. De paso sirvió para cubrir por izquierda todos los abandonos programáticos por derecha que la dirección de Iglesias y Errejón iban haciendo conforme se acercaba la cita electoral.
Pasadas las elecciones de diciembre esta lucha se mandó también al cajón. Ya no se trataba de impugnar ni al Régimen ni a su “casta”, sino de formar un “gobierno de progreso” con una de las dos patas de esa “casta”, el PSOE. Después de más de un año de buscar un pacto con ellos y de más de dos años de gobernar las grandes ciudades con su apoyo, recuperar la lucha contra la “casta” no tendría mucha credibilidad.
De aquí la identificación de un nuevo objetivo: la “trama”. Se trata, según Podemos, de las tupidas redes clientelares tejidas entre las empresas del IBEX35, una parte del alto funcionariado, algunos políticos del bipartidismo y los grandes medios de comunicación, para secuestrar las instituciones en favor de sus intereses. Aparentemente se amplía el foco de la denuncia, incluyendo no solo a los “corruptos”, sino también a los “corruptores”. Sin embargo, lo “impugnable” ya no es el conjunto de la clase política del 78, sino una parte. O lo que es lo mismo, la “casta” ya no son todos.
En palabras del mismo Pablo Iglesias, la “trama” sería un “significante para explicar lo que está ocurriendo”. Sin embargo, y como es costumbre en Podemos, el “significante” está “vacío”, es decir sin significado concreto. Este “detalle” permite que cada cual le ponga la letra que quiera a la canción, algo que tiene un efecto amplificador en su capacidad de aglutinar y movilizar voluntades. El problema es que al final el significado aparece, y la letra no la marca “la gente”, sino el reducido círculo del Secretario General. El último gran “significante vacío” de Podemos, la lucha contra la “casta”, encontró su “significado” en 2016: conseguir un gobierno de coalición con la “casta” del PSOE. Con la lucha contra la “trama” puede pasar lo mismo e indicadores de ello no faltan.
¿Luchar contra la “trama” pactando con la “casta”?
Hablar de “trama” sin reabrir la lucha contra la “casta” es concebir ésta como la realización de un mero estudio académico. Para que una denuncia así tuviera algo de credibilidad debería ir acompañada de toda una serie de reivindicaciones elementales para combatir esta democracia del IBEX35. En primer lugar, la lucha por acabar con la Monarquía, nada más y nada menos que la cúspide de esta “trama”, como el caso Noos o el último viaje de Felipe VI a Arabia Saudí han puesto en evidencia. Y junto a esta reivindicación democrática elemental -que el Jefe del Estado no sea un cargo hereditario- también la defensa de un programa democrático radical que incluya que todos los cargos públicos y altos funcionarios cobren el salario medio, la abolición del Senado, una ley electoral proporcional y de circunscripción única, el fin de la Judicatura de carrera, la elección por sufragio de los jueces y la universalización del juicio con jurado popular.
En contra de esto la dirección de Podemos mantiene su negativa a incluir la lucha contra la Corona en la agenda y han dejado en el cajón el resto del programa contra la “casta”. No obstante, vienen gobernando con el apoyo del PSOE, o incluso incorporándoles a sus gobiernos como en Barcelona. En esta última ciudad este pacto con la “casta” pone en evidencia su incompatibilidad para terminar con la “trama”. El acuerdo con el PSC, y la pertenencia de ICV a BeC, hace que hoy Colau se haya convertido una de las defensoras de la principal “puerta giratoria” de la “casta” municipal: el Consejo de Administración y los puestos directivos de la empresa pública de transportes TMB, con más de 600 expolíticos con salarios de 100.000 euros anuales de media.
¿Combatir a la “trama” junto a los “empresarios patrióticos” o con un programa anticapitalista?
Pero la llamada “trama” no sólo manda por medio del control del aparato del Estado. Su poder reside sobre todo en su poder económico y social, en mantener en un puñado de manos la propiedad de la mayor parte de la propiedad: empresas, bancos, inmuebles, suelo. Porque la verdadera “trama” -si nos dispusiéramos a aceptar este nuevo concepto, cosa que no haremos-, no es otra que la propia clase capitalista, con sus sectores dominantes y subordinados, pero unificada por ser quienes detentan el poder político y económico de la sociedad. Para poner fin a su “reinado” no basta con un programa de “reforma fiscal” y algunas políticas redistributivas. Es clave pelear por un programa claramente anticapitalista, que es por otro lado el único que puede resolver los grandes problemas sociales. Este pasa por defender la nacionalización bajo el control de trabajadores y usuarios de la banca, las empresas estratégicas -como las energéticas-, todos las empresas privatizadas y servicios públicos externalizados, el no pago de la deuda, el reparto de las horas de trabajo sin reducción salarial, la expropiación de los millones de viviendas vacías de la banca y especuladores… En definitiva, no hay fin de la “trama” sin avanzar en hacerles pagar a los capitalistas las consecuencias de la crisis y, para ello, no hay otro modo que afectando directamente sus intereses en defensa de los intereses de la mayoría del pueblo trabajador. A esto se le llama hace algunos cientos de años lucha de clases.
Pero Podemos ya ha pasado de esa antigualla de la “lucha de clases”. Allá donde gobiernan se niegan a impulsar políticas de remunicipalización o el no pago de la deuda municipal, y su gran propuesta para combatir al IBEX35 es apelar a los “empresarios patrióticos” que no forman parte de este puñado selecto. Así lo declaró Juan Carlos Monedero a su salida de la primera reunión del grupo Rumbo 2020 -el Gobierno en la sombra creado por la dirección de Podemos-: “frente a estos piratas, apoyar al empresariado ‘patriótico’, esa gente que crea el 80% del empleo en España -el IBEX35 sólo ocupa al 20%-, que pagan impuestos aquí y que tienen un proyecto de país, algo que han perdido de vista tanto el PSOE como el PP que están regalando España.” Un 80% que hay que decir que está encantado con el modelo de precariedad laboral impuesto desde los 90 y agudizado con la crisis, con las rebajas de cotizaciones sociales o que rehúye como de la peste de cualquier política que hable de no pago de la deuda o de la palabra “nacionalización”.
Volver a la calle… ¿Y el rol de la burocracia sindical?
No deja de sorprender que la convocatoria del sábado se realice sin decir una palabra sobre las direcciones sindicales de las centrales mayoritarias. Como explica Diego Lotito en este artículo, la movilización obrera se viene recuperando en los últimos meses. Sin embargo, el rol de las direcciones de CCOO y UGT sigue siendo el de los “guardianes” de la paz social del Régimen del 78. Actuaron de contrafuegos después del 15M para evitar que la indignación se extendiera a la clase obrera. Y siguen velando porque la crisis se descargue sobre nuestros hombros sin organizar ninguna respuesta para combatir los ajustes del nuevo gobierno y revertir todo lo retrocedido en los últimos años.
Llamar a manifestarse en las calles sin una exigencia clara a las direcciones sindicales para que rompan con la política de concertación social y convoquen una huelga general es, por decirlo suavemente, proponerse un “retorno de la movilización” en el terreno de lo simbólico. Nada muy diferente de las manifestaciones que de tanto en tanto convocan la misma burocracia sindical para que parezca que “hacen algo”. Pero sobre todo tiene sentido si el nuevo interlocutor al que se quiere seducir es nada menos que el “empresariado patriótico”, al que eso de las “huelgas” no le gustan nada.
Una verdadera pelea contra la llamada “trama”, es decir contra la clase capitalista y sus agentes, pasaría por una dirección opuesta a la que propone la dirección de Podemos. En primer lugar, trabajar por retomar una movilización que ponga en el centro de la escena al movimiento obrero -cuya capacidad de “torcer brazos” acabamos de ver en la primera victoria de los estibadores-, lo que implica combatir el rol de contención que juega la burocracia sindical. Y en segundo lugar por darle a esta movilización un programa concreto y realista para desmantelar la “trama”, algo imposible sin proponerse acabar con el Régimen del 78 en su conjunto mediante la lucha por un verdadero proceso constituyente y por la defensa de un programa para que la crisis la paguen los capitalistas, que son muchos más que los del IBEX35.