Durante el mes de mayo en Barcelona, se ha realizado un «Seminario Feminista» en el que las mujeres de Pan y Rosas hemos hecho una exposición desde el marxismo la teoría Queer y la lucha de clases.
Liberación sexual ¿sin lucha de clases?
En una sociedad hipersexualizada como la nuestra –sexualidad expuesta en el cine, la educación, el espectáculo, el ocio, etc.- podemos creer que vivimos una época de liberación sexual. Pero mientras la realidad es que millones de mujeres continúan sin tener plena libertad para decidir sobre sus propios cuerpos por varios motivos. Uno de ellos, y el más grave en esta cadena de opresiones, es cuando “secuestran los cuerpos” de las mujeres tras las redes de trata, que las engañan con fines de explotación sexual. El feminicidio es el fin de esta larga cadena también. O el más denunciado en la opresión cotidiana, cuando se imponen cánones de belleza imposibles que provocan enfermedades o incluso la muerte. También las personas LGTBI siguen sufriendo estigmatización, discriminación y persecución – en algunos países se sigue penando con cárcel e incluso con la muerte.
El sistema capitalista sigue apoyándose en la estructura de la familia tradicional y en la religión para legitimar y reproducir prejuicios misóginos, sexistas, homofóbicos y xenófobos. Los valores familiares tradicionales, ligados al conservadurismo religioso, y que se expresan día a día a través de la educación, son reproducidos continuamente en los medios de comunicación, la publicidad o la literatura, que bajo la imagen de una sexualidad sumamente limitada y heterosexual, estigmatizan múltiples formas de placer.
Toda la sexualidad humana se encuentra privada de libertad: quienes “cumplen” con la heteronorma tampoco escapan. Ven como su cuerpo es sometido a extenuantes jornadas de trabajo, están sujetos a modelos estereotipados de lo masculino y lo femenino y reciben una fuerte presión social si no se adaptan a lo establecido. Por ejemplo, no formalizando la pareja heterosexual o decidiendo no tener hijos/as. Aun así, las mujeres y las personas que no cumplen con la sexualidad dominante hegemónica son las que más sufren mayor opresión y represión.
Evolución de los movimientos por la liberación sexual
En los años ’60, en un contexto de radicalización política –protestas contra la Guerra de Vietnam, el Mayo francés, la Primavera de Praga o los cordones industriales chilenos, por ejemplo- los movimientos de mujeres y por la liberación sexual conquistaron reformas y ganaron reconocimiento. Además, cuestionaban los valores tradicionales, la cultura y las instituciones capitalistas.
Es importante señalar toda la represión que desde la sociedad y las instituciones capitalistas se ejercía hacia el colectivo LGTBI. A las redadas en bares, se unía la estigmatización y la patologización. En junio de 1969, en un barrio neoyorquino, se gritó ¡basta! Basta de palizas, de humillaciones, de persecución policial, de discriminación laboral…Stonewall nos dejó mucho más que el Día del Orgullo LGTBI. Sentó una base para que se constituyera el Frente de Liberación Gay, donde se reunieron todas las organizaciones de gays, lesbianas y trans de Estados Unidos.
Este fenómeno saltó fronteras y se creó también en muchos países de Latinoamérica, en el Estado español o Francia. Fue un movimiento muy progresivo porque no solo cuestionaba la discriminación de la comunidad LGTBI, sino también la estigmatización del placer sexual. Gracias a la lucha y la movilización, el movimiento por la liberación sexual consiguió, entre otras cosas, que la homosexualidad fuera despenalizada en la mayoría de países occidentales y que desapareciese de los manuales de diagnóstico de enfermedades mentales.
En los años ‘70, al desempleo y la mayor precarización les acompañó la conquista de algunos derechos, suponiendo así un retroceso para los movimientos sociales. Se fomentó una mayor institucionalización, cooptación, fragmentación y despolitización. El “logro” del matrimonio homosexual fue fuertemente criticado por amplios sectores de la comunidad LGTBI que, como sostiene Andrea d’Atri en “Pecados y Capitales”.
Dentro del propio movimiento surgieron discusiones sobre la identidad sexual, ya que muchos sectores no se sentían representados con la concentración de poder en los gays, que no tenía en cuenta los graves problemas de la gran mayoría de este colectivo: mujeres, inmigrantes, trans, pobres y trabajadores o de los países no occidententales. En vez de buscar la unidad en base a una perspectiva política que tuviese en cuenta los problemas de la mayoría oprimida, el movimiento estalló en múltiples identidades en la búsqueda del “yo”.
Hoy vemos como el origen combativo y de cuestionamiento radical en las barricadas de Stonewall, es invisibilizado por los pride parade. En paralelo los lobby gay actúan sin tener en cuenta más que sus intereses económicos, los que se relacionan con el llamado “capitalismo rosa”. El último caso fue entre los organizadores del Madrid Orgullo, que llamaban a toda la comunidad LGTBI de Madrid a votar por la reaccionaria y derechista del PP Esperanza Aguirre, sin importar, por ejemplo, que nunca se haya pronunciado en contra de la discriminación y las agresiones homofóbicas.
En un segunda parte continuaremos nuestras reflexiones sobre Judith Butler y la teoría Queer, el marxismo y liberación sexual.