Entre 1937 y 1945 más de 250 mil hombres, mujeres y niños, provenientes de toda Europa, pasaron por Buchenwald, el campo de concentración más grande que existió durante la Alemania Nazi en la localidad de Ettersberg cerca de Weimar. Cincuenta y seis mil personas perdieron allí la vida bajo trabajo forzado: comunistas, socialdemócratas, prisioneros de guerra, judíos y otras minorías étnicas, ocuparon sus más de 40 hectáreas.
Buchenwald ha quedado marcado en la historia de Alemania como el lugar donde se fusiló, experimentó, asfixió con gas y mató de hambre a varias generaciones y con ello se exterminó a muchos de los mejores combatientes del movimiento obrero internacional. En recuerdo a ellos esta conmemoración.
A continuación les presentamos a nuestros lectores de La Izquierda Diario la traducción de un artículo publicado la Organización Internacionalista Revolucionaria de Alemania (RIO), grupo hermano del PTS, escrito especialmente para esta conmemoración. También publicamos la traducción de la Declaración de los comunistas internacionalistas de Buchenwald.
Trotskistas al final de la Segunda Guerra Mundial: ¡Por la Alemania de los consejos en una Europa de los consejos!
Con armas en mano los prisioneros asaltan la casa del guarda. Es el 11 abril de 1945, las manecillas del reloj indican que pronto serán las 15 horas en el campo de concentración de Buchenwald. El Ejército de Estados Unidos ya está en las inmediaciones. Cinco mil presos soviéticos, polacos y checos ya han eliminado con revólveres y granadas de mano a sus guardias y tomado su lugar entre las tropas estadounidenses. Unos 21 mil presos, entre ellos casi mil niños, se encuentran todavía en el campo, donde las SS ya han planeado su eliminación. Los grupos activos de prisioneros armados ocupan las torres y cuarteles.
Para cuando los oficiales estadounidenses han entrado al campo, son ya las 17:30 en el reloj, y la organización de presos dirigida por los estalinistas ya tiene el control en sus manos.
En los días subsiguientes se publicaran distintas declaraciones sobre lo sucedido, similares en contenido y donde aparece sobre todo la demanda, fundamental en términos del “Frente Popular”, de la unidad de todas las fuerzas no-fascistas. Tanto el Manifiesto de Buchenwald de la socialdemocracia, como la resolución del Partido Comunista sostienen la necesidad de una Alemania capitalista, a pesar de que el capitalismo fue quien trajo el fascismo al poder.
Legendario es el Juramento de Buchenwald, cuyas palabras: “La destrucción del nazismo con sus raíces es nuestra solución”, se citan a menudo. Con menor frecuencia, se cita aquella parte que habla de los ejércitos aliados, como “ejércitos de la libertad” y donde el fallecido presidente estadounidense Roosevelt es honrado como un gran antifascista –con aquel espíritu de la Alianza que Stalin pactó con los imperialistas “democráticos”.
Ejércitos imperialistas responsables de los daños directos a muchos pueblos coloniales, como por ejemplo el “ejército de la libertad” británico, que en alianza con los fascistas y la monarquía masacraron a los comunistas griegos, en detrimento de la clase obrera mundial.
Tanto más notable es la Declaración de los comunistas internacionalistas de Buchenwald, que aparecerá unos días después del Juramento de Buchenwald. Los comunistas internacionalistas de Buchenwald, miembros de la Cuarta Internacional, se posicionan no por la alianza con el imperialismo “democrático”, sino por la organización independiente de la clase obrera en toda Europa, bajo la perspectiva de una «Alemania de los consejos, en una Europa de los consejos”.
Los trotskistas en Buchenwald, que tienen que cuidarse de los partidarios de Stalin, obtienen el respaldo de algunos prisioneros. Sin embargo, los camaradas en Buchenwald serán masacrados y su programa quedara aislado en Alemania.
Entre los trotskistas de Buchenwald se encontraban: Marcel Baufrère, que publicó el periódico ilegal Arbeiter und Soldat (Obrero y Soldado) en Brest y organizó células revolucionarias en el Wehrmacht (ejército fascista alemán); Florent Galloy, quien dirigió la huelga de los mineros en Charleroi (Bélgica) contra los ocupantes; así como también militantes de Austria como Karl Fischer y Ernst Federn.
Cuando hoy vemos emerger en Europa movimientos de extrema derecha, no hay que olvidar que a la frase tan citada del Juramento de Buchenwald le falta la claridad decisiva de estos camaradas caídos: “Sólo la acción independiente y victoriosa de la clase obrera contra el capitalismo puede destruir el mal del fascismo desde sus raíces”.