Gestos conciliadores en la reunión entre el presidente del Parlamento Europeo y Alexis Tsipras. Alemania envía mensajes de intransigencia. La tapa polémica de la revista The Economist sobre Grecia, Harry el sucio y Ángela Merkel. Del “gobierno de izquierdas” para enfrentar a la Troika, al gobierno de “salvación nacional” con la derecha nacionalista.
Un diálogo “constructivo y abierto”
“Durante el tiempo que llevo en mi cargo, en raras ocasiones sentí que hubiera tenido una discusión tan constructiva y abierta”. Las palabras son del presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, después de haberse reunido con el recién estrenado primer ministro griego, Alexis Tsipras. Es el primer representante de la Unión Europea (UE) que visita Atenas después del triunfo de Syriza hace menos de una semana.
Schulz se dirigió especialmente a aquellos sectores que ven a Tsipras como un “radical intransigente”, reafirmando que Grecia no va a tomar medidas unilaterales respecto a la deuda. “Hay una impresión en la Unión Europea de que el nuevo gobierno griego intentará tomar medidas unilaterales”, dijo Schulz, “Pero he descubierto hoy que eso no es así”. «Veo que usted está a abierto al diálogo», sostuvo sonriente ante los periodistas.
Según Schulz, hablaron con “extrema franqueza” y coincidieron “en muchos temas, aunque también hubo desacuerdos y asuntos que requieren mayor discusión”. Schulz insistió en que debe quedar claro que Grecia «busca soluciones de mutuo acuerdo con los socios».
Flamante en su nuevo cargo, Alexis Tsipras, subrayó por su parte que el objetivo común «es la vuelta de Grecia al crecimiento dentro de una cohesión social». Para Tsipras, Grecia necesita «tiempo» para hacer las «reformas” que pretende llevar adelante. «Estamos dispuestos a proceder a reformas muy profundas, sin austeridad pero tampoco con déficit», aseguró.
La reunión entre Schulz y Tsipras mostró un clima muy conciliador, acorde a los gestos de moderación política que, en forma creciente, Syriza ha venido mostrando en los últimos años, y particularmente durante su campaña electoral y los primeros días de su gobierno. Sin embargo, entre los círculos del establishment europeo, esta moderación no se percibe de la misma manera.
A cara de perro desde Berlín
Las filtraciones del gobierno alemán al semanario Der Spiegel, antes de las elecciones, ventilando la idea de que Europa podría seguir adelante si Grecia se iba del euro, fue una de los tantos “aprietes” y operaciones de prensa para enviar un claro mensaje al país heleno: Alemania no va a ceder ni un ápice.
El triunfo de Syriza fue un trago muy amargo para los políticos germanos, que vieron fracasar sus amenazas y chantajes. La población helena votó masivamente contra los planes de austeridad que hace años vienen imponiendo Berlín, la Troika (Consejo Europeo, el FMI y el Banco Mundial) y sus gobiernos aliados.
Pero a pesar de la campaña del caos y la desmesura de los mercados, el gobierno de Syriza ya es un hecho. Así que, después del saludo diplomático de turno, los políticos alemanes han tenido que salir nuevamente a “marcar la cancha” frente a la apertura de unas negociaciones que serán difíciles.
El ministro de Economía alemán, Sigmar Gabriel, volvió a la carga este jueves diciendo que Grecia no debería ser “una carga para el resto de Europa”, y que no debería culpar a la troika de “su propia, e injusta, distribución de la riqueza”.
Alemania es el ala más intransigente en esta negociación. Va de suyo, la banca alemana concentra la mayor exposición a la deuda griega del mundo (31.279 millones de dólares, o sea el 39,5% de la exposición bancaria total a Grecia y el 55,5% del riesgo de la banca europea en el país heleno). En la misma línea están otros países del norte de Europa como Finlandia, Holanda y el Estado español. El temor, evidente, es el efecto político de contagio que pudiese tener una “mala negociación” con Grecia, vista desde la óptica la estabilidad de la UE. Esta realidad hace prever duras negociaciones.
«Los contribuyentes alemanes no tienen nada que temer de un Gobierno de Syriza», dijo Tsipras al diario Handelsblatt antes de las elecciones. «Al contrario. No es nuestra meta buscar una confrontación con nuestros socios para tener más crédito o una licencia para un mayor déficit», afirmó.
Harry el sucio y la venus de Milo
La revista británica The Economist adelantó su portada que estará en papel el 31 de enero. En la imagen se puede ver una composición con la estatua de la Venus de Milo empuñando una pistola, y debajo la frase: “Go ahead, Angela, make my day” (“Adelante, alégrame el día”), tomada de las famosas líneas de Harry el sucio, mientras desafiaba a un malhechor a que le disparara primero, para poder rematarlo.
En su artículo editorial plantea que la crisis europea comenzó en Grecia, y que aquel podría ser un buen lugar para que por fin llegue a su fin. Europa tiene ante si tres posibles salidas: una buena, una desastrosa y… “patear la pelota hacia adelante”.
Para el semanario inglés, fiel representante de las altas finanzas, la mejor solución sería que Tsipras estuviera dispuesto a mantener el plan de “reformas estructurales” a cambio de una renegociación de su deuda, ya sea una postergación de los pagos, o mejor aún, una quita importante de la misma. Esto, combinado con el programa de QE de Juncker, permitiría una salida para Grecia y otros países.
El panorama “desastroso” para The Economist sería una intransigencia total de ambas partes, que llevaría a la posibilidad del “Grexit” (salida de Grecia del Euro), una profundización de la crisis, aumento del desempleo, caída del poder adquisitivo y quiebra de bancos; que a su vez llevaría a una situación de desconfianza sobre otros países como Portugal y el Estado español, así como el crecimiento de fuerzas “euroescépticas” y alternativas “populistas” de derecha e izquierda.
La conclusión del semanario es que la intransigencia de Merkel está llevando a Europa a una “década perdida” como Japón en los ‘90, y que esto profundizará las contestaciones populistas y euroescépticas en todo el continente. Que es difícil pensar que la moneda común se pueda mantener en esas circunstancias, y entonces, la mayor perdedora sería Alemania.
Si la política alemana muestra el “garrote”, The Economist pareciera sostener la “zanahoria” de una quita con reformas estructurales incluidas, una política que se viene promoviendo hace tiempo desde las usinas del mainstream norteamericano al otro lado del Atlántico. Sirvan como botón de muestra dos editoriales de los últimos días enThe New York Times y The Washington Post.
Siguiendo las declaraciones de los últimos días, la línea norteamericana pareciera ser vista con muy buenos ojos por el nuevo ejecutivo griego. En los hechos, no terminar con la austeridad, sino tan solo variar su “intensidad”.
El inesperado factor ruso
Este jueves varios medios internacionales dan cuenta de la primera “tormenta” diplomática del nuevo gobierno de Grecia con sus socios europeos. El factor ruso.
A poco de tomar posesión Alexis Tsipras, un gesto simbólico despertó todas las alarmas. El nuevo primer ministro griego recibió casi de inmediato –el lunes y el martes, respectivamente– a los embajadores de Rusia y China.
Esto fue interpretado como un giro estratégico de Tsipras. Fuentes diplomáticas confirmaron hoy que en la UE hay «preocupación por los lazos entre Grecia y Rusia» y según informa el diario El País, varios integrantes del nuevo gabinete griego estarían bajo vigilancia de los servicios de inteligencia europeos, por sus “relaciones peligrosas con Moscú”.
Sin embargo, antes hay que comprender los lazos de Grecia con ambas potencias, en particular con Rusia, unida al país heleno por la cultura y la religión ortodoxa, y también por las exportaciones. Por su parte, China ha estado invirtiendo en Grecia en algunos sectores clave como en el portuario.
Todo indica que Tsipras tiene interés en avanzar en la relación con Rusia, lo cual se explica por varias razones. Por un lado, ciertamente hay miembros del Ejecutivo griego que tienen lazos previos con Rusia, como el ministro de Exteriores, NIkos Kotzias, o el propio ministro de Defensa Panos Kammenos, líder del derechista ANEL (Griegos Independientes), aliado en la coalición de gobierno con Syriza. Por su convicción religiosa, el líder de Griegos Independientes mantiene una gran conexión con el país ortodoxo más grande del mundo.
La conexión griego-rusa tuvo dio su primera nota este jueves durante la reunión de los ministros de Exteriores de la Unión Europea, en la que Grecia despotricó contra las sanciones a Rusia y estuvo a punto de bloquear la salida de un comunicado que amplía la lista de rusos y ucranianos sancionados por desestabilizar Ucrania. Pero aunque primó la “unidad”, la posición del gobierno griego ya se ha transformado en una piedra en el zapato de la UE para una nueva escalada en las sanciones contra Rusia.
La realidad es que el “factor ruso” se trasformó en un elemento nuevo en juego en las negociaciones entre la UE, y muestra el intento de Grecia de obtener un mayor margen de maniobra para negociar la deuda con los acreedores europeos, como mostrando que “los 27” no son su única opción.
Además, no es ningún secreto que en mayo, Tsipras viajó a Rusia con varios representantes de Syriza y apoyó abiertamente el referéndum en Crimea, que finalizó con la anexión del territorio a la Federación Rusa, un hecho no reconocido por la comunidad internacional.
Sin embargo, Atenas está demasiado embutida a “occidente” (por su pertenencia tanto a la UE como a la OTAN), como para cerrar la puerta. En todo caso, aún es pronto para saber qué consecuencias tendrá esta política.
Del “gobierno de izquierdas” a la “salvación nacional”
La crisis económica capitalista, ha puesto desde 2008 bajo una fuerte tensión la construcción del bloque imperialista de la Unión Europea, dividida entre los países que orbitan en torno de Alemania y los países periféricos, más golpeados por la crisis.
En todos estos años, la lucha y resistencia contra los planes de austeridad impuestos por la “troika”, para salvar a los capitalistas europeos a costa de las mayorías sociales explotadas del continente, adoptaron las más variadas formas.
En Grecia, en los últimos años los trabajadores y la juventud han desplegado una intensa movilización, con 32 huelgas generales desde el 2010, movilizaciones y choques con las fuerzas represivas. En este marco se producen tanto la acelerada crisis del régimen político griego, como la emergencia de Syriza.
La victoria del partido liderado por Alexis Tsipras, así como el voto a otras fuerzas de izquierda que se presentaron a las elecciones generales en Grecia, es una muestra del inmenso rechazo de la mayoría del pueblo griego a las políticas de austeridad, privatizaciones y ataques a los derechos sociales. Tanto ayer, como hoy aún más, el gobierno de Syriza genera grandes expectativas entre millones que lo ven como una posibilidad de terminar con la sumisión a los dictados de la troika.
Sin embargo, la lógica pragmática de que “todo vale” con tal de llegar al gobierno, que llevó a que Syriza suavizara su programa de forma notoria en los últimos dos años, en los pocos días transcurridos desde el triunfo electoral, se ha transformado en una corriente de adaptación acelerada y mayores concesiones a la derecha. La más importante, sin duda, la conformación de un gobierno de coalición con la derecha nacionalista y xenófoba de Griegos Independientes.
En un artículo publicado al día siguiente del triunfo de Syriza, Stathis Kouvelakis, integrante de la “Plataforma de izquierda” dentro del partido de Tsipras, sostuvo que la participación en el gobierno del partido Griegos Independientes, aunque fuera con un solo ministerio, “marca el fin simbólico de la idea de un gobierno de «izquierda anti-austeridad».”
Un fin simbólico que da lugar, al menos a la escala de lo que permite la situación griega y en el marco del descalabro de los dos grandes partidos griegos del centro –Nueva Democracia y Pasok-, a una suerte de gobierno de «salvación nacional» (o “unidad nacional”, que para este caso es lo mismo) que deja atrás cualquier referencia de izquierda. Sin embargo, lo que aún está por verse, es cuanto tendrá incluso de “antiausteritaria” la coalición que hoy gobierna los destinos de Grecia.
Lo que es seguro, es que los trabajadores y el pueblo griegos poco pueden esperar de una negociación cordial con los “socios europeos” que sea un buen acuerdo para ambas partes, ni de un ministro de Defensa derechista y xenófobo que vela por la gloria y pureza del ejército griego, ni de un ministro del Interior que exonera a la policía represora y xenófoba de sus crímenes contra el pueblo.
Los trabajadores y la juventud de Grecia deberán seguir movilizándose para terminar con el desempleo, la miseria, el saqueo de los bancos, la persecución a los inmigrantes, la represión. Y eso no puede hacerse sin romper con todos los condicionamientos, pactos y “memorándums” de la Unión Europea y de la Troika, con todos los “controles presupuestarios” impuestos por las reaccionarias instituciones de la UE. Es decir, sin avanzar en un camino contrario al que propone el gobierno de Syriza.