Las vacaciones ya empezaron en Francia. Las calles de París están menos llenas que de costumbre y los embotellamientos se trasladan de las grandes ciudades a las autopistas. Pero la política no se toma vacaciones y los editorialistas tampoco.
Todo momento es bueno para poner más fichas en el tablero, para empujar un poco más a la “opinión pública” hacia una opinión en particular. Y este período del año es más que propicio para hablar de los impuestos, ya que por estas fechas todos los residentes en Francia deben presentar su declaración anual y aquellos que superan el mínimo no imponible deben pagarlos.
¿Ecología o impuestos?
El diario económico Les Echos dedica su editorial “el dúo maldito impuestos-medio ambiente” a la “ecología”. En realidad no se preocupa realmente por los problemas del planeta, sino por la política del gobierno para llegar en mejores condiciones a la cumbre COP21 que se realizará en París a fines del 2015. La cuestión central son, obviamente, los impuestos. Hay dos políticas en cuestión: La rebaja del IVA para los transportes urbanos y de mediana distancia y la cuestión de la igualación impositiva entre la nafta y el gasoil.
Respecto de la primera, el editorialista, Jean Marc Vittori, está de acuerdo. Bajando el IVA se incentivan los medios de transporte colectivos en detrimento del auto, más contaminante. Pero obviamente ninguna palabra sobre la realidad del servicio de transporte, que deteriora cada día, que está en vías de ser privatizado, que es caro, muy caro. Una disminución del IVA es insuficiente ya que habría que eliminar completamente este impuesto regresivo y, porque, como dicen en la nota del diario que trata sobre el tema, ni siquiera está asegurado que esta rebaja se transfiera al precio del transporte.
Respecto al precio del gasoil, Vittori plantea que es una incoherencia de la parte del gobierno no subir el impuesto al gasoil, equiparándolo al de la nafta, menos contaminante. Aunque parezca extraño que un diario económico se preocupe por la ecología, Les Echos parece hacerlo. O al menos esa es la pantalla para plantear otra cosa. Lo que plantean, en el fondo, es que hace falta una política coherente, con reglamentaciones en algunos casos, pero en otros “son necesarios los impuestos, que constituyen una palanca potente”.
Si un diario económico que representa a las gran des empresas pide más impuestos, hay que desconfiar. En realidad Vittori no está pidiendo más impuestos, sino que estos cambien. En Francia “preferimos tasar el trabajo que la suciedad. Tenemos entonces, y al mismo tiempo, desempleo y polución, por suerte limitada por el uso de la energía nuclear” Con esta frase borran todas las buenas intenciones respecto a la ecología y muestran su verdadera cara.
En primer lugar tal vez haya que aumentar los impuestos “ecológicos”, eso no les preocupa. Las grandes empresas que contaminan y mucho, prefieren pagar un impuesto antes que ser reglamentadas. Así solo las grandes pueden “permitirse” contaminar, y las chicas quedan fuera de competencia.
En segundo lugar, el problema es que se ponen impuestos al trabajo. Obviamente acá no hacen referencia a los impuestos que pagan los trabajadores, sino a las empresas. Donde Les Echos dice “trabajo” hay que leer “empresas que generan trabajo”. Así, si hay desocupación, es porque hay impuestos a las empresas, a las ganancias, a las fortunas. Esto genera desempleo y hay que eliminarlo.
Y para rematar, una defensa de la energía nuclear, bastante cuestionada en Francia luego de Fukushima, pero que implica grandes ganancias para un puñado de empresas. Pensar en la ecología sin siquiera cuestionarse sobre la forma en que la energía nuclear es producida en Francia ni que se hace con sus desechos, es una forma bastan te particular de ser ecológico.
¿Emigración, inmigración o Impuestos?
El sábado Le Figaro también se preocupa por los impuestos, pero más abiertamente, aunque desde ya tuvo que encontrar una excusa para hablar de ellos. “El llamado de Londres” titula su editorial Jacques-Olivier Martin. No se trata de ningún llamado de la parte de Cameron ni de nada por el estilo, sino de la fuga de cerebros (o más bien de los ricos con formación universitaria) hacia Londres. ¿Por qué ocurre esto para Le Figaro? Porque hay demasiados impuestos y los “ciudadanos […] se instalan donde encuentran mejores condiciones para llevar adelante sus proyectos”. Habría, en consecuencia, que hacer algo apara que Francia siga siendo un país atractivo.
Si Les Echos no se transformó en un diario ecológico, Le Figaro no se transformó en un diario que defiende la libre circulación. Al analizar las medidas que proponen se hace evidente que no quiere proponer la apertura de las puertas del país para todos los inmigrantes pobres que escapan la miseria y la guerra en sus países. A ellos hay que expulsarlos, como muchas veces han dicho en sus páginas.
De lo que se trata es de retener a los ricos, que huyen porque pagan demasiados impuestos.
Así “no alcanza con decretar el fin de un impuesto estúpido, como la tasa al 75% sobre los ingresos superiores al millón de euros”. Ciertamente 75 % es una tasa elevada, y J.O. Martin lo toma como un insulto, pero 1 millón de ingresos (personales) lo es aún más. Aún luego de la retensión impositiva, le quedan 250000 euros anuales más de 20 veces el salario mínimo. Bajar la tasa a solamente el 50 % implica que esa persona ganaría en un año lo que un trabajador gana en toda su vida de trabajo activo. De estúpido, el impuesto, no tiene nada.
Entonces no habría que ahuyentar a los ricos, como Gerard Depardieu que se fue a vivir, formalmente, a Rusia, para pagar menos impuestos. Esta medida debería ser acompañada por otra, la supresión “del impuesto a las grandes fortunas, el impuesto más antieconómico que pueda existir porque tasa el patrimonio virtual de los emprendedores”.
“Pobre de mí, que gano más de un millón por año y que el estado me saca una buena parte. Pobre de mí, que tengo una empresa valuada en varios millones, pero el estado me hace pagar un impuesto a la fortuna (y también sobre mis tres casas, cinco autos, un yate y demás, por suerte mi Picasso, como es una obra de arte, no está tasada). Mejor me voy a vivir a Londres.”
Este es el tipo de “ciudadanos” que Le Figaro quiere cuidar. Estas dos medidas, más la simplificación (léase abaratamiento) de las contribuciones patronales implican todo un programa en beneficio del 1% más rico. Lamentablemente no son los únicos que leen este diario.