Mediante un referéndum Podemos va a “ceder a sus bases” la decisión de confluir con otras fuerzas políticas en las próximas elecciones generales del próximo Noviembre. Pero sólo podrán resolver si acuerdan o no con la política de la cúpula.
Si bien es una medida que pareciera aportar aires democratizantes a la formación de Iglesias, el referéndum que se está realizando mediante un mecanismo de votación online desde el pasado viernes hasta este martes, viene con una letra pequeña que no debe pasarse por alto.
Tras la polémica desatada, incluso por sectores dentro de Podemos, por lo burocrático y personalista de las primarias internas (que también se están lleva a cabo actualmente), no es menos polémico el proceso de consulta que desde la dirección han lanzado a sus bases.
A pesar de vanagloriarse por las redes de que en Podemos decide la gente, el líder de Podemos y su dirección han dejado “atado y bien atado” el resultado que pueda tener el referéndum. La pregunta que las bases de Podemos van a tener que responder es la siguiente:
«¿Aceptas que el Consejo Ciudadano de Podemos, en aras de seguir avanzando en la construcción de una candidatura popular y ciudadana, establezca acuerdos con distintos actores políticos y de la sociedad civil siempre que 1) los acuerdos se establezcan a escala territorial (nunca superior a la autonómica) 2) se mantengan siempre el logotipo y el nombre de Podemos en el primer lugar de la papeleta electoral incluso si eso implica concurrir a las elecciones generales en algunos territorios con fórmulas de alianza (Podemos-X)?».
La pregunta plantea una consulta, sí, pero siempre dentro del eje central de la estrategia de la dirección. Por un lado pone a juicio de las bases tan solo la propuesta de la cúpula dirigente y nada dice sobre la posibilidad de modificar la marca Podemos en unión con otras formaciones o actores, principal reclamo de los sectores críticos que abogan por la “unidad popular”.
Por otro lado, limita explícitamente que en tal caso (la unión con otras formaciones y/o actores políticos) solo sucedería como máximo a nivel autonómico, nunca a escala estatal, nuevamente de acuerdo con la voluntad de Pablo Iglesias.
El referéndum se presenta así como una nueva maniobra desde arriba de la dirección de Podemos para dar una apariencia de democracia interna, cuando en realidad lo que hace es profundizar en un sentido burocrático el método plebiscitario que fue el sello de la política de Iglesias desde la constitución del partido en la Asamblea de Vista Alegre.
De este referéndum sólo puede salir un resultado por el cual a dirección podrá actuar según le convenga. Un SI favorece de lleno a su política, pero incluso un improbable triunfo del NO, en modo alguno le impone una alternativa política que no está dispuesta a aceptar. Apuesta ganadora segura.
Hacia la formalización de “Ahora en Común”
Tras las elecciones municipales y el impacto electoral de las candidaturas municipalistas, Podemos ha tenido que contestar a multitud de ofertas de confluencia que buscan extrapolar el resultado electoral en las municipales al panorama estatal. De entre todas ellas la que ha irrumpido con más fuerza ha sido “Ahora en Común”.
Un paso más en la concreción de este proyecto se dará el próximo jueves, día elegido para su presentación oficial en Madrid. Con el llamamiento Ahora en Común, una marea confluyente para ganar las elecciones generales diversos activistas y movimientos sociales buscan llevar adelante una candidatura popular que pueda destronar al bipartidismo el próximo noviembre.
Uno de los voceros más persistentes de esta opción ha sido Alberto Garzón, desdibujado candidato presidencial de la alicaída Izquierda Unida. Sí bien ha negado que IU haya sido la fuerza impulsora inicial del proyecto “Ahora en Común”, es un fiel defensor de llegar a la cita electoral de noviembre con una candidatura de “unidad popular” que a ojos vista de las encuestas le permita a su formación “salvar los trapos”.
Aunque de forma defensiva desde Podemos han venido criticando que “Ahora en Común” es la marca blanca de Izquierda Unida para las próximas elecciones, probablemente no se equivocan en su percepción. Porque “Ahora en Común” puede terminar siendo justamente eso.
Tras la debacle electoral de las pasadas autonómicas para la formación heredera del PCE (hoy el sector más numeroso dentro de la coalición IU), “Ahora en Común” queda como el único salvavidas posible para que la formación de Alberto Garzón y Cayo Lara no termine de hundirse.
Mucho electoralismo y nada de política, programa ni estrategia
Desde la formación de Pablo Iglesias como desde los impulsores de “Ahora en Común”, mantienen de forma diaria un cruce de declaraciones, pero todas ellas meramente electorales sin mencionar, siquiera de refilón, aspectos programáticos o estratégicos claves. La razón es sencilla: entre ambas no existen diferencias sustanciales, o si las hay no las conoce nadie.
Desde un punto de vista estratégico, ambos espacios políticos mantienen posturas reformistas y de tranquila convivencia con el Régimen del 78. Respetuosos con sus Instituciones, se proponen a lo sumo introducir tibias reformas neokeynesianas en el plano económico y una renovación del establishment político. El resto de actores, los banqueros, la Corona, las fuerzas represivas, la Iglesia… podrán seguir viviendo en armonía si se conquista un “gobierno de la gente”.
Mientras no se abra un debate profundo sobre qué programa, qué métodos y que estrategia hacen falta para terminar con el odiado Régimen del ’78, un proceso mediante el cual se estructure una alternativa política que luche por la independencia de clase y ponga el eje en la movilización obrera y popular, toda la cantinela del “cambio” quedará… sólo en eso.